El santo apóstol Tadeo
Tadeo era uno de los setenta apóstoles, pero no el Tadeo de los Doce Apóstoles. San Tadeo vio y escuchó primeramente a Juan el Bautista y recibió su bautismo, y más tarde, conoció al Señor Jesús y lo siguió. El Señor lo contó entre los setenta apóstoles menores a los que envió de dos en dos delante de él: “Después de esto, el Señor designó todavía otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de Él a toda ciudad o lugar, a donde Él mismo quería ir” (Lucas 10:1). Tras su gloriosa resurrección y ascensión, el Señor envió a Tadeo a Edesa, su lugar de nacimiento, según la promesa que le hizo al príncipe Abgar cuando le envió el paño con su rostro impreso. Un resto de lepra quedaba aun en su rostro. Cuando San Tadeo se apareció ante Abgar, lo recibió con gran júbilo. El apóstol de Cristo lo instruyó en la verdadera fe y luego lo bautizó. Cuando el bautizado Abgar salió del agua, el resto de lepra que quedaba en su rostro se eliminó y fue completamente sanado. Glorificando a Dios, el príncipe Abgar también quiso que su pueblo conociera al verdadero Dios y lo glorificara. El príncipe reunió a todos los ciudadanos de Edesa ante el santo apóstol Tadeo para escuchar la enseñanza sobre Cristo. Al escuchar las palabras del apóstol, y tras haber visto a su príncipe sanado milagrosamente, el pueblo rechazó los ídolos, así como sus vidas impuras, y abrazaron la fe de Cristo, recibiendo el bautismo. Así, la ciudad de Edesa fue iluminada por la fe de Cristo. El príncipe Abgar trajo mucho oro y se lo ofreció al apóstol, pero Tadeo le dijo: “Puesto que hemos abandonado nuestro propio oro, ¿cómo podemos recibir el oro de otros?”. San Tadeo predicó el Evangelio por toda Siria y Fenicia. Descansó en el Señor en la ciudad fenicia de Beirut.
La santa mártir Basa y sus hijos: Teognio, Agapio y Pisto
Basa era la mujer de un sacerdote pagano, pero también era cristiana en secreto. Educó a sus hijos en el espíritu del cristianismo. Su marido la odiaba a causa de su fe y la entregó, junto con sus hijos, para que los jueces los torturaran. Tras duras torturas, sus hijos fueron decapitados (se cree que en Edesa, Macedonia). Basa se alegró al ver que sus hijos se habían entregado heroicamente al martirio por Cristo, y ella misma, con mayor entusiasmo, iba de tortura en tortura. Cuando tiraron a Basa al mar, los ángeles se le aparecieron y la condujeron a una isla en el Mar de Mármara, donde fue decapitada durante el reinado de Maximiano. Así, de manera noble, Santa Basa fue hecha digna del reino de Cristo, como mártir y madre de mártires.
El venerable Abraham de Smolensk
Abraham nació en la ciudad de Smolensk como respuesta a las oraciones de sus padres. Entró en la vida monástica a edad muy temprana y se entregó al ascetismo más austero, emulando a los antiguos padres del desierto. Más tarde, estableció el monasterio de la Santa Cruz, cerca de Smolensk. Sufrió muchas tentaciones, tanto de los demonios como de los hombres, con gran paciencia y dando gracias a Dios. Durante una época de gran sequía, Abraham hizo que lloviera abundantemente por sus oraciones. Tras vivir cincuenta años en el orden monástico, Abraham murió pacíficamente en el Señor, alrededor del año 1220.
Los santos antepasados Abraham, Isaac y Jacob
Abraham, Isaac y Jacob también son conmemorados el Domingo de los Ancestros de Dios, antes de Navidad, como los justos y elegidos de Dios.
Himno de Alabanza
El venerable Abraham de Smolensk
La vela arde y el incienso huele,
Día y noche, Abraham reza,
Y a sus prójimos, ama como así mismo.
El marchito cuerpo de San Abraham,
Por el ayuno y las postraciones,
Y temblando su corazón, por el Nombre de Dios,
Escribe la eternidad en las páginas del tiempo.
Del pecador, los pecadores no se atemorizan,
Pero del justo, tiemblan amargamente,
Y de los pecadores, Abraham se burló.
A los envidiosos, Abraham acusó.
Burlado y acusado, Abraham sufre,
Y para los enemigos, la misericordia de Dios implora.
Abraham oculta su corazón
Arrodillándose en secreto, llorando secretamente;
No juzga Dios como juzgan los hombres,
El juicio del hombre quiere dañar,
Pero Dios desea la salvación de todos,
De los nobles y de los esclavos indefensos.
En Dios, los santos ponen su esperanza,
Y en Abraham, Dios es eternamente glorificado.
Reflexión
El perdón magnánimo a los calumniadores y la oración por ellos es una característica de los santos cristianos, que no atribuyen todas las calumnias que se le dirigen a los hombres, sino a los demonios, los principales instigadores de toda calumnia, así como de todo pecado en general. San Abraham de Smolensk fue calumniado por sacerdotes envidiosos, así como por el príncipe y el obispo, tratándolo de engañador, hechicero e hipócrita. Los calumniadores sólo pretendían que lo quemaran. El príncipe y el obispo creyeron a los calumniadores y Abraham fue desterrado de Smolensk y se le prohibió ejercer sus funciones sacerdotales. Durante todo el tiempo de su prueba e investigación, Abraham repetía la oración de San Esteban, el primer mártir: “Señor, no les imputes este pecado” (Hechos 7:60). Después de esto se estableció que todos los acusadores de Abraham mintieron sobre él y lo calumniaron. El furioso príncipe quiso castigar severamente a los calumniadores y el obispo quiso excomulgarlos de la Iglesia, pero San Abraham se puso de rodillas ante el obispo, y con lágrimas, le suplicó que les perdonara. Abraham no quiso regresar a su monasterio ni empezar de nuevo a ejercer sus funciones sacerdotales hasta que a sus calumniadores no se les mostrara misericordia y perdón.
Contemplación
Contemplemos a David y Saúl, un hombre con el Espíritu de Dios y un hombre sin el Espíritu de Dios (1º Samuel // 1º Reyes 18):
1. Cómo Saúl temía a David a causa de sus virtudes y cómo David fue obediente a Saúl en todo;
2. Cómo Saúl recompensó hipócritamente a David, pero le envió entre los filisteos para que fuera asesinado;
3. Cómo un apóstata de Dios siempre teme al hombre más piadoso.
Homilía
Sobre la maravillosa roca de Sión
“He aquí que pondré en Sión por fundamento una piedra, piedra probada, piedra angular preciosa, sólidamente asentada; el que confía en ella no necesita huir” (Isaías 28:16).
Hermanos, esta maravillosa roca es nuestro Señor Jesucristo. Pues si el profeta hubiera pensado en ella como una roca ordinaria, no habría puesto su fe en ella, y por otro lado habría profetizado la idolatría. El profeta Daniel también habla sobre una roca que rodó por la colina y se estrelló contra el gran ídolo y creció como un gran monte que llenó toda la tierra: “Mientras estaba todavía mirando, se desgajó una piedra (no desprendida por mano de hombre) e hirió la imagen en los pies, que era de hierro y de barro, y los destrozó. Entonces fueron destrozados al mismo tiempo el hierro, el barro y el bronce, la plata y el oro, y fueron como el tamo de la era en verano. Se los llevó el viento de manera que no fue hallado ningún rastro de ellos, pero la piedra que hirió la estatua se hizo una gran montaña y llenó toda la tierra” (Daniel 2:34-35). La profecía sobre la roca en Daniel es para los paganos, y la profecía sobre la roca en Isaías es para los judíos. El Señor Jesucristo es la roca que se colocó en primer lugar, es el fundamento de toda la creación de Dios, pues es el Verbo de Dios y la Sabiduría de Dios; en segundo lugar, es el fundamento del Antiguo Testamento como preparación, y tercero, es el fundamento del Nuevo Testamento como el cumplimiento. La “piedra angular”, es la roca más firme y más fuerte que conecta y une las demás rocas y sostiene los muros de varias direcciones en unidad e integridad. Si observamos al Señor Jesucristo en nosotros, Él es la “piedra angular” que une y enlaza nuestras diferentes capacidades espirituales en unidad e integridad para que todo trabajo se dirija a un fin, hacia la dirección de Dios y del reino de Dios. Si observamos a Cristo el Señor en la historia de la humanidad, Él es la piedra angular que une y enlaza el judaísmo y el paganismo en una Casa de Dios, en la Iglesia de Dios. “Porque nadie puede poner otro fundamento, fuera del ya puesto, que es Jesucristo” (1ª Corintios 3:11), dice el apóstol del Nuevo Testamento de acuerdo con el profeta del Antiguo Testamento. Quien hasta ahora ha creído en esta Roca de Salvación, no ha sido avergonzado. Y tampoco serán avergonzados ninguno de los que crean en ella. Pues esta roca es un “fundamento seguro” y verdaderamente “una roca elegida”, una “preciosa y honorable roca”.
Oh Señor Jesús, nuestra Roca de Salvación, fortalece nuestra fe, esa fe santa y salvadora en Ti, nuestro único Redentor.
Traducido por psaltir Nektario B.
Categorías:prólogos de Ohrid
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