Algunos años (después del bendito descanso de San Nectario en la mañana del 9 de noviembre de 1920), como es costumbre en Grecia, su tumba fue abierta para sacar las reliquias. Cuando abrieron la tumba (el 3 de septiembre de 1923), pudieron ver que el santo estaba entero (es decir, incorrupto) y desprendía una dulce fragancia. Ni siquiera sus vestiduras habían sufrido por la corrupción. Estaba como si se hubiera dormido y hubiera sido enterrado aquel mismo día. No dijeron nada al pueblo de Egina, porque ya había obrado muchos milagros y se había vuelto muy querido, por lo que una gran multitud se había reunido (incluso venidos desde Atenas y de otros lugares donde era conocido) para la apertura de su tumba. Así, muy de mañana, tan pronto terminó la Divina Liturgia, empezaron a abrir la tumba. Al mismo tiempo había un taxi llegando por el camino hacia el monasterio. Dentro estaba una mujer que había estado haciendo turismo. No era una mujer de buena reputación, sino de mala reputación y muchos pecados. Tan pronto como se acercaban al monasterio de la Santa Trinidad, apareció tal fragancia en el aire que le dijo al conductor: “Pare, ¿qué es esa fragancia?”. Así que paró y miraron alrededor. “¡Oh!”, respondió el conductor, “este es el monasterio de San Nectario. Qué más puede ser esa fragancia, sino la que proviene de su tumba que están abriendo hoy. Muchas veces surgía una fragancia similar de su cuerpo antes de que lo enterraran. E incluso de la tumba surge algunas veces”. Inmediatamente la mujer abrió la puerta del taxi y corrió para ver. Llegó al monasterio en el mismo momento en el que la tumba era abierta y las reliquias eran extraídas. Estaba muy conmovida por este hecho y por el olor de esta fragancia. Empezó a llorar y a confesar públicamente sus pecados. Así, fue corregida y se volvió una prudente mujer cristiana en su forma de vida. En aquel momento telegrafiaron a Atenas, al arzobispo Crisóstomo Papadopoulos, y vino a la isla para ver las reliquias por sí mismo. Tras examinarlas, aconsejó irreverentemente a las monjas dejar las reliquias al sol y al aire durante dos o tres días y entonces volver a enterrarlo para que se disolviera… Las monjas, temiendo la censura del arzobispo y también siendo sencillas, hicieron lo que se les dijo. Durante dos días lo pusieron fuera, al sol y al aire, y lo volvieron a enterrar. Pero pasados un mes o dos abrieron la tumba una segunda vez y sacaron las reliquias que aún estaban incorruptas y las pusieron en un sarcófago de mármol.
En 1934, catorce años después del reposo del santo, un médico vino de un pueblo a caballo y quedó atrapado por una lluvia muy intensa en la zona del monasterio. Bajó de su caballo y fue a resguardarse bajo un árbol. Estaba lloviendo tan copiosamente que vio que no podría moverse de allí durante mucho tiempo. Así, decidió que como no había nadie cerca, podría ir al monasterio. Había conocido al santo padre Nectario mientras vivía, pero siendo un hombre que no creía mucho en estas cosas, no reverenciaba mucho al padre. Así que fue y llamó al monasterio, y las monjas abrieron para cobijarlo durante la noche. Era de noche, y no podían tener a ningún hombre dentro del monasterio, incluso al sacerdote, pues está prohibido por los cánones, pero tenían un pequeño recinto fuera para huéspedes. Pero como las puertas del monasterio aún no estaban cerradas, quiso investigar sobre lo que había escuchado de los milagros y las reliquias incorruptas, ahora que había llegado allí. Así que fue, mientras aún había luz, a donde estaba el sepulcro fuera de la iglesia. Empezó a quitar la pesada losa de mármol que estaba encima, ya que no estaba sujeta de ninguna forma. Tiró de ella hasta la cintura del santo. En aquel mismo momento vino una monja y empezó a gritar: “¿Qué está haciendo aquí? ¿Qué está haciendo, abriendo la tumba de nuestro padre?”. Y él contestó: “Sólo quería echar un vistazo”. “Pero no tiene permiso”, insistió ella, y empezó a alborotarse. Pero, mientras tanto, él investigaba las reliquias. [Más tarde dijo: “Estaba totalmente asombrado de ver que era el padre Nectario al que todos conocíamos y que aún podía ser reconocido por su rostro y su expresión. Incluso su barba estaba intacta. Tiré de algunos cabellos de su barba, pero no se desprendían. Toqué su mano y pude comprobar que era su piel. Había permanecido muy bien sobre sus huesos (no había demasiada carne) y no se había marchitado. Podía ser reconocido por cualquiera que lo hubiera conocido cuando estaba vivo”]. Entonces, cerraron la tumba de mármol de inmediato.
Por la voluntad de Dios, años después se disolvieron las reliquias del santo[i], y lo que tenemos ahora son sus santos huesos. Incluso han recubierto la mitra del santo en Egina. La parte superior se abrió para que se pudiera besar la corona de su cabeza. Las otras partes de sus reliquias, que desprenden mucha fragancia, están puestas en una urna de plata.
Soportó una vida de oprobios, persecuciones y falsas acusaciones. Pero Dios lo ha glorificado, y han abundado los milagros tras su partida, para los que se acercan a sus reliquias con fe o para los que confían en su poderosa intercesión. Su cuerpo permaneció incorrupto durante más de veinte años, destilando una delicada y celestial esencia, y entonces regresó a la tierra de la forma más usual. Sus reliquias fueron impregnadas fuertemente con el mismo perfume en el momento de su traslado en 1953. Esta fragancia ha continuado desde entonces regocijando a los fieles que acuden a venerar sus preciosas reliquias con la seguridad de que San Nectario ha sido recibido por Dios en la morada de los justos. Su veneración fue formalmente reconocida en 1961. La lista de sus milagros crece cada día, y su santuario de Egina se ha convertido en el lugar de peregrinación más popular de Grecia.
Tropario, tono 1
Celebramos el descubrimiento de tus reliquias en tu sagrada tumba, oh jerarca San Nectario, y se nos concede la santificación de nuestros cuerpos y nuestras almas, y la curación de nuestra pasiones, para los que nos acercamos con reverencia y clamamos a tu divina gracia; ¡Gloria a Aquel que te glorificó radiantemente! ¡Gloria a Aquel que te santifica! ¡Gloria a Aquel que nos concede por ti la curación de nuestras almas!
Contaquio, tono 4
Alabamos el descubrimiento de tus santas reliquias en tu tumba, oh taumaturgo San Nectario, y piadosamente te clamamos: “¡Alégrate, tú que eres, en todo, igual a los Santos Padres!”.
[i] [*** Nota: La siguiente historia ilustra porqué Dios permitió la disolución de las reliquias incorruptas del santo:
“Había una anciana rica que había conocido a San Nectario en el monasterio y a veces era su confesor. Ahora estaba viviendo sola en el Pireo, y clamaba tanto día y noche por el hecho de que el cuerpo de San Nectario se había disuelto. Deseaba que el cuerpo de San Nectario permaneciera eternamente intacto, igual que la reliquia de San Dionisio en su isla nativa de Zakynthos. Pensó que podría ser un tributo a la Ortodoxia. Una noche, la anciana vio a San Nectario vivo al lado de su cama. Le sonrió amorosa y dulcemente. ‘¿Por qué estás tan triste?’, le preguntó a ella. ‘Fui yo quien rezó a Dios para que permitiera la descomposición de mi cuerpo. Pedí esto por todos los piadosos cristianos, para cuyo consuelo estarían ahora dispuestas las reliquias para ser enviadas por toda Grecia y por todo el mundo’. La anciano se despertó agitada, pero sin embargo estaba llena de gratitud por haber visto a su amado confesor vivo y hablando con ella” (De The Saints of Our Century, por Chondropoulos)].
Traducido por psaltir Nektario B.
Categorías:San Nectario de Egina
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