Prólogos de Ochrid: 17 de agosto / 4 de agosto

 ohrid 17-08

Los siete santos jóvenes de Éfeso

Hubo una gran persecución de cristianos durante el reinado de Decio. El emperador mismo vino a Éfeso y allí llevó a cabo una ruidosa y ruidosa celebración en honor de los ídolos sin vida así como una terrible masacre de cristianos. Siete jóvenes hombres, soldados, se abstuvieron del impuro ofrecimiento de sacrificios y oraron sinceramente al único Dios para que salvara al pueblo cristiano. Eran hijos de los ancianos más influyentes de Éfeso y sus nombres eran Maximiliano, Iamblico, Martiniano, Juan, Dionisio, Exacustodiano (Constantino) y Antonino. Cuando fueron acusados ante el emperador, escaparon a una montaña a las afueras de la ciudad, llamada Celion y allí se escondieron en una cueva. Cuando el emperador supo esto, mandó que la cueva fuera sellada. Sin embargo, Dios, según su gran providencia, hizo que cayera un milagroso y profundo sueño sobre los jóvenes. Los cortesanos imperiales, Teodoro y Rufino, cristianos en secreto, pusieron, tras el muro construido en la cueva, un pequeño cofre que contenía placas en las que estaban escritos los nombres de estos jóvenes y su muerte por el martirio durante el reinado del emperador Decio. Pasaron más de doscientos años. Durante el reinado del emperador Teodosio el Joven (408-450), hubo una gran disputa sobre la resurrección. Había algunos que dudaban de ella. El emperador Teodosio estaba entristecido y como resultado de esta disputa entre los fieles, rezó a Dios para que, de alguna forma, le revelara la verdad a los hombres. En aquel momento de turbación en la Iglesia, algunos pastores de ovejas de Adolio, a quien pertenecía la montaña Celión, empezaron a construir pesebres para las ovejas y removieron piedra tras piedra de aquella cueva. Los jóvenes se despertaron entonces de su sueño, jóvenes y saludables, lo mismo que cuando durmieron. Las noticias de este milagro se extendieron por todas partes e incluso Teodosio mismo vino con un gran séquito y con asombro conversó con los jóvenes. Después de una semana, durmieron en el sueño de la muerte en espera de la resurrección general. El emperador Teodosio quiso poner sus cuerpos en un sarcófago de oro pero se les aparecieron en un sueño y le dijeron que los dejara en la tierra en la que fueron puestos.

(*) Nota del traductor:

Para una versión más amplia de este relato, consultar la siguiente dirección web: https://cristoesortodoxo.com/2013/11/05/los-siete-santos-jovenes-de-efeso/

El mártir y sacerdote Cosme, “Igual a los apóstoles”

Cosme nació en Aetolia, en el pueblo de Megadendron (árbol grande). Siendo joven, fue al Monte Athos donde fue tonsurado como monje en el monasterio de Filoteo. Sin embargo, dirigido por un constante deseo de predicar el Santo Evangelio a la gente, Cosme fue a Constantinopla, donde imploró la bendición del patriarca Serafín II. Visitó las regiones del Danubio predicando la Buena Nueva, pero permaneció mucho más tiempo en Albania, donde sufrió a manos de Kurt Pasha, a quien los judíos incitaron contra Cosme. Los turcos ahorcaron a Cosme y su cuerpo fue lanzado al río en el año 1779. Sus milagrosas reliquias reposan en el pueblo de Kalikontasi, en la Iglesia de la Santa Theotokos, no lejos de la ciudad de Berat. Cosme sufrió por su Señor a los setenta y cinco años de su vida.

Himno de Alabanza

Los siete santos jóvenes de Éfeso

Cuando los últimos rayos del sol de poniente se volvieron rojos de sangre,

Siete jóvenes oraron a Dios,

Para que el día siguiente volvieran a encontrarse con vida y saludables,

Antes de que el emperador Decio concibiera su tortura.

Y se tumbaron a dormir un largo y profundo sueño,

Mientras el tiempo pasaba ampliamente.

Una mañana, el sol surgió por el este,

Y los siete se despertaron de su profundo sueño.

Y Iamblico, el más joven, se apresuró a ir a Éfeso,

Para ver y escuchar lo que preguntaba,

Que Decio los buscaba incluso para masacrarlos,

Aunque fue a comprar el pan para los siete.

Pero he aquí, qué extraño milagro: ¡esta no es la puerta!

¡E incluso la ciudad es diferente!

Por todas partes hay bellas iglesias, cúpulas, cruces,

Y Iamblico se pregunta a sí mismo: ¿no es esto un sueño?

No hay en ninguna parte un rostro familiar, ni tampoco parientes,

No hay persecuciones, no hay mártires.

“Decidme, hermanos, el nombre de esta ciudad,

y decidme el nombre del emperador: ¿quién reina ahora?”.

Así pregunta Iamblico. La gente, a él, lo mira,

Y sobre él, todos lo juzgan diferente.

“Esta ciudad es Éfeso, ahora y antes,

y en Cristo, reina el emperador Teodosio”.

El cónsul lo escuchó y también el anciano obispo Martín,

Y la ciudad entera estaba perpleja,

Y todos se apresuraron a la ciudad.

Y viendo el milagro, glorificaron a Dios,

Y a los siervos resucitados de Cristo, el verdadero Resucitado.

Reflexión

“Pedid y se os dará” (Mateo 7:7), dice el Señor. Así como los padres dan a sus hijos todo lo que los hijos piden y todo lo que es para su beneficio, así también, Dios, el Amante de la humanidad, da a los hombres lo que los hombres piden a Dios y sirve para su salvación. Así, un monje del Monte Athos, Cosme, pidió dos cosas a Dios: predicar el Evangelio a la gente y sufrir como un mártir por la fe. Para un monje del Athos, que está limitado por sus votos a su monasterio, estos dos deseos parecen inalcanzables e irrealizables. Pero para Dios, todo es posible. Dios cumplió perfectamente los deseos de Cosme. El gozo de Cosme era indescriptible cuando recibió la bendición del patriarca para que pudiera salir del Monte Athos y acudir entre la gente para predicar el Evangelio. Cosme tuvo otro momento de gozo similar, y fue cuando los siervos del turco Pasha le informaron de que, según el mandato del Pasha, debía morir.

Lleno de alegría, el santo se arrodilló, dio gracias a Dios de que hubiera cumplido incluso este deseo y entregó su cuerpo a la muerte, y su alma al Dios Vivo.

Contemplación

Contemplemos el milagroso anuncio del nacimiento de Sansón (Jueces 13):

1. Cómo un ángel de Dios se apareció a Manoah y su mujer estéril y anunció que su mujer daría a luz a un hijo, que liberaría al pueblo de la esclavitud;

2. Cómo por esto, Manoah ofreció un sacrificio a Dios y un ángel, en la llama del sacrificio, lo ascendió al cielo.

3. Cómo incluso una mujer estéril puede dar a luz cuando Dios lo quiere.

Homilía

Sobre la enfermedad de la apostasía

“La cabeza toda está enferma, y todo el corazón doliente” (Isaías 1:5)

Hermanos: Dios, el Dios de los Ejércitos, es la fuente de la salud. Acudid a las alturas de Dios, vosotros, cuyas cabezas están perturbadas por obras superfluas y aún más por preocupaciones superfluas, e imbuíos de la salud que procede de Dios, sólo de Dios. Los líderes y los ancianos del pueblo son una cabeza enferma y el pueblo es un corazón doliente. El profeta presenta a todo un pueblo como un cuerpo y muestra que incluso, lo que sucede con el cuerpo de un hombre, sucede con el cuerpo de un pueblo, es decir, cuando un órgano del cuerpo está enfermo, entonces sólo ese órgano está enfermo, pero de la enfermedad de este órgano, todo el cuerpo siente dolor. Y así sucedió con el pueblo de Israel: la cabeza estaba enferma y de una cabeza enferma, el corazón también estaba enfermo. Los líderes y ancianos de Israel abandonaron la ley de Dios y siguieron sus sentidos como guías. De su mente sensual, manchada, excesivamente manchada a causa de las diferentes influencias mundanas, tomaron su dirección propia como si fuera una vida correcta y adecuada, en vez de seguir la ley de Dios. Cayeron en la desesperada oscuridad de los errores idolátricos. Y de la locura de la cabeza, también se dolió el corazón. Es más difícil al corazón separarse de Dios de lo que lo es para la cabeza; es más difícil para el pueblo separarse de Dios que de sus líderes, pues cuando la cabeza permanece enferma durante mucho tiempo, el corazón se conduele y cede. A causa de líderes corruptos, incluso un pueblo entero finalmente se desvía del camino.

Esta es la visión de Isaías, el hijo de Amós, el profeta de Dios. De hecho, una verdadera visión, tanto para entonces como para ahora, para el pueblo de Israel y para el pueblo de hoy en día. Hermanos, mirad al pueblo al que conocéis mejor y sólo juzgad: ¿está la cabeza enferma y el corazón doliente?

Oh Señor, verdadero y justo, ilumina la cabeza de todos los pueblos con tu luz y fortalece con tu poder el corazón de todos los pueblos, para que nuestros enemigos no se regocijen y digan que Tú nos has abandonado.

Traducido por psaltir Nektario B. (P.A.B)



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