Los santos apóstoles Silas, Silvano, Crescencio, Epeneto y Andrónico
Todos ellos fueron contados entre los Setenta Apóstoles. San Silas fue enviado de Jerusalén a Antioquía con Pablo y Bernabé a solucionar el conflicto entre los fieles de allí con relación a la circuncisión: a saber, que no era necesario circuncidar a los paganos para que se convirtieran al cristianismo. “Pareció entonces bien a los apóstoles y a los presbíteros, con toda la Iglesia, elegir algunos de entre ellos y enviarlos con Pablo y Bernabé a Antioquía: a Judas, llamado Barsabás, y a Silas, hombres destacados entre los hermanos” (Hechos de los Apóstoles 15:22). Después de esto, Silas viajó con Pablo por toda Asia y Macedonia y fue nombrado como obispo de Corinto, donde murió pacíficamente.
San Silvano atendió al jefe de los apóstoles. “Os escribo esto brevemente por medio de Silvano, a quien creo hermano vuestro fiel, exhortándoos y testificando que la verdadera gracia de Dios es esta, en la cual os mantenéis” (1ª Pedro 5:12).
“Porque el Hijo de Dios, Jesucristo, el que entre vosotros fue predicado por nosotros: por mí, Silvano y Timoteo, no fue sí o no, sino que en Él se ha realizado el sí” (2ª Corintios 2:19). Como obispo de Tesalónica, Silvano trabajo y sufrió mucho hasta que finalmente cambió esta vida terrenal por la vida celestial.
San Crescencio fue compañero del apóstol Pablo y después de esto, obispo en Galacia y misionero en la Galia, donde murió como mártir por Cristo durante el reinado de Trajano. “Porque Demas me ha abandonado por amor a este siglo y se ha ido a Tesalónica. Crescencio se fue a Galacio, tito a Dalmacia” (2ª Timoteo 4:10).
San Epeneto es mencionado por el apóstol Pablo. Fue obispo de Cartago. “Saludad a Epeneto, amado mío, primicias del Asia para Cristo” (Romanos 16:5).
San Andrónico, obispo de Panoia, es conmemorado separadamente el 17 de mayo. “Saludad a Andrónico y a Junias, mis parientes y compañeros de prisión, que son muy estimados entre los apóstoles y que creyeron en Cristo antes que yo” (Romanos 16:7).
El santo mártir y sacerdote Valentín
Valentín fue obispo de la ciudad italiana de Interamna. Curó al hermano del tribuno romano Frontano de una enfermedad. Cuando Carimón, el hijo del renombrado filósofo Cratón, enfermó, por el consejo de Frontano, Cratón convocó al obispo Valentín a Roma. Carimón estaba completamente paralizado, por lo que tuvo que poner su cabeza entre sus rodillas. Valentín se encerró con él en una habitación y pasó toda la noche en oración. Al día siguiente sacó a Carimón completamente curado y lo presentó ante su padre. Entonces Cratón, con toda su casa y tres de sus discípulos, fueron bautizados. Carimón abandonó la casa de su padre y se fue con Valentín. En aquel tiempo también fue bautizado Abundio, el hijo del eparca romano. Encolerizado por esto, el eparca arrestó a Valentín y después de muchas torturas, fue decapitado. En este tiempo también fueron decapitados los tres discípulos de Cratón: Proclo, Abibo y Apolonio. Sus cuerpos fueron tomados por Abundio y enterrados con honor. Todos ellos sufrieron en el año 273 y se convirtieron en ciudadanos del reino celestial.
El mártir y sacerdote Policronio, obispo de Babilonia.
Cuando el emperador Decio invadió Babilonia, capturó a Policronio con tres sacerdotes, dos diáconos y dos princesas bautizadas, Eudin y Senis. Policronio no quería responder ante el emperador y permaneció en silencio, mientras que San Parmenio, el sacerdote, hablaba en nombre de todos. El emperador condujo al obispo y a los sacerdotes desde Persia hasta la ciudad de Córdoba, y allí fueron decapitados. Las princesas Eudin y Senis, fueron llevadas con ellos hasta Roma y allí, primeramente fueron lanzadas a las bestias salvajes y luego asesinadas a espada. Sufrieron honorablemente en el año 251.
San Juan el soldado
Juan era cristiano secretamente. Fue enviado por el emperador Juliano el Apóstata a matar cristianos, pero no los mataba, sino que los ayudaba a esconderse. Juan fue encarcelado en Constantinopla. Cuando el malvado emperador Juliano fue asesinado, Juan se entregó a una vida de ascetismo, viviendo en pureza y santidad. Murió pacíficamente a una edad muy avanzada. Tras su muerte, se apareció a algunos que necesitaban su ayuda. Las oraciones dirigidas a San Juan ayudan a buscar a los ladrones.
La venerable madre Angelina
Angelina fue una princesa serbia (despótica). Sus reliquias reposan en el monasterio Krusedol (12 de diciembre)
Himno de Alabanza
San Policronio
El pagano gobernador, el terrible emperador Decio,
Con furia clamó: Oh Policronio,
¿Por qué no adoras a los dioses de Roma, oh anciano?
Los mandatos reales, ¿por qué no quieres escucharlos?
Pero el santo permanece en silencio, y no dice nada.
De nuevo le pregunta el emperador y el santo no habla.
¡Es mudo!, concluyó Decio.
Nuestro padre no es mudo, dijo Parmenio,
No quiere hablar pero guarda su boca pura,
Guarda su boca pura según el mandato de Cristo:
“No echéis las perlas a los cerdos,
No deis a los perros las cosas divinas!”
El santo guarda la perla, la guarda en sí mismo,
Para no manchar su boca hablándote a ti.
Decio se enfureció como nunca antes en su vida,
Y ordenó que la lengua de Parmenio fuera cortada.
Cortaron su lengua. Pero a él, ¿qué le importaba esto
Si quería que el discurso del santo fuera más hermoso y estable?
Así, el Señor combatió por sus fieles siervos,
Protegiéndolos de la vergüenza y la burla de los hombres.
Reflexión
Debemos distinguir entre un pecador y un penitente. Si tomáis sobre vosotros el rol de reprender al pecador, guardaos bien para que no reprendáis también al penitente. ¡Cuán querido es el pecador arrepentido para Dios, recordando a la mente la parábola del hijo pródigo!. Así, que sean muy queridos para vosotros, pues han llegado a ser muy queridos para Dios. Una vez sucedió que un monje sucumbió al pecado, por lo cual fue expulsado del monasterio. Este monje acudió a San Antonio, confesó su pecado, se arrepintió y permaneció con San Antonio durante algún tiempo. Entonces San Antonio lo envió nuevamente al monasterio, pero allí no querían recibirlo, y de nuevo, lo expulsaron. Otra vez, el penitente volvió a San Antonio. Nuevamente San Antonio lo envió al monasterio con un mensaje para los padres del monasterio: “Un barco sufrió un naufragio y perdió su carga; con gran dificultad, este barco llegó a puerto y vosotros deseáis sumergir incluso lo que fue salvado de ahogarse”. Escuchando este mensaje, los padres recibieron con júbilo al hermano penitente en el monasterio.
Contemplación
Contemplemos la milagrosa victoria de Gedeón sobre los madianitas (Jueces 7)
1. Cómo reunió Gedeón a treinta y dos mil soldados y los envió contra los madianitas;
2. Cómo Dios le ordenó reducir el número, para que los israelitas no presumieran de sí mismos y dijeran que habían vencido a los madianitas y no Dios;
3. Cómo seleccionó Gedeón sólo a trescientos soldados y venció a los madianitas, que eran tan numerosos “como langostas” (Jueces 7:12).
Homilia
Sobre la venida del día temible del Señor
“Pero el día del Señor vendrá como ladrón, y entonces pasarán los cielos con gran estruendo, y los elementos se disolverán para ser quemados, y la tierra y las obras que hay en ellas no serán más halladas” (2ª Pedro 3:10).
Terrible es el día del Señor, ¡oh, cuán indeciblemente terrible! Es terrible a causa de su inexorable justicia y también por su hecho inesperado. El Señor mismo mandó: “Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora” (Mateo 25:13), y el apóstol, que escuchó estas palabras con sus propios oídos, sólo las repite. Él, que está atemorizado por los ladrones, vigila cada noche, para que el ladrón no lo sorprenda. Él, que está atemorizado por el Día del Señor, vigila cada día y cada hora para que aquel día y aquella hora no lo sorprenda desprevenido en el pecado. Estamos tan acostumbrados al transcurso del tiempo, y al paso continuo del día y la noche, que no percibimos el ruido cercano de aquel día que asombrará a todos los demás días y detendrá la rueda del tiempo y sus ejes. Así también será cuando el sol muestre su temible rostro frente a millones de velas de cera y borrando su rostro, derrita la cera. Temible, temible, temible es el Día del Señor. Cuando aquel día ponga su temible rostro sobre las velas del día de hoy, se apagarán y se oscurecerá, “los cielos desaparecerán con un gran estruendo”, los cielos, tal y como se contemplan en estos días, “y los elementos se mezclarán con el calor ardiente”, la tierra el agua, el aire y el fuego se desintegrarán. Entonces dejarán de existir. Todo será nuevo. Nuestra patria terrenal y toda su obra serán arrasadas. Todas nuestras obras arderán; cuando Dios no tenga piedad de Sus obras, ¿tendrá entonces piedad de las nuestras? Dios no buscará las obras sino a los obreros. Todos los obreros aparecerán ante Él para el juicio y sus obras las quemará. Y todo será nuevo. Quien sea juzgado, será juzgado; quien sea recompensado, será recompensado, por toda la eternidad. Hermanos, temible, verdaderamente temible es el Día del Señor. Temible a causa de su hecho inesperado y temible a causa de la inexorable justicia de Dios.
Oh justo Señor, haznos sobrios y vigilantes. Envía a tus santos ángeles para que nos guarden en sobriedad y vigilancia, para que el pecado no pueda embriagarnos y durmamos por su causa.
Traducido por psaltir Nektario B. (P.A.B)
Categorías:prólogos de Ohrid
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