El santo mártir Calinico
Calinico nació en Cilicia. Desde su juventud fue educado en la piedad cristiana. Abandonándolo todo, fue a predicar el Santo Evangelio. En Ancira, fue arrestado por el príncipe de los sacerdotes paganos. Cuando el príncipe le amenazó con crueles tormentos si no adoraba a los ídolos, San Calinico le respondió: “Me es bienvenido cualquier dolor por mi Dios, como lo es el pan para un hombre hambriento”. Tras cueles torturas y golpes, el príncipe le hizo colocar zapatos de hierro con clavos en su interior, y ordenó que fuera dirigido a la ciudad de Gangra, pues el príncipe tenía miedo de torturarlo o asesinarlo en Ancira, y así, viéndolo muchos, y viendo la heroica paciencia de este santo hombre, se convirtieran a la fe de Cristo. Durante el camino, los soldados tuvieron sed pero no había agua. San Calinico oró a Dios y salió agua de una roca. Cuando llegaron a la ciudad de Gangra, los verdugos lanzaron a San Calinico a un horno ardiente. El santo oró a Dios diciendo: “Te doy gracias, oh Padre celestial, por hacerme digno de esta hora en la que muero por tu Nombre”. Después de esto entró en el fuego. Cuando el fuego se extinguió, encontraron su cuerpo intacto y sin haber sido dañado por el fuego. Sufrió honorablemente y fue coronado con la corona de la gloria eterna, sobre el año 250.
La santa mártir Serafina
Serafina era una doncella de Antioquía. Vivió en la casa de Sabina, la mujer de un senador a quien convirtió a la fe de Cristo. Oyendo Virilo hablar sobre ella, un perseguidor de cristianos, ordenó que Serafina fuera llevada ante él. Puesto que Serafina permanecía fiel a su fe, Virilo la encarceló y envió a algunos hombres jóvenes para que pasaran la noche con ella para deshonrarla. Serafina rezó a Dios cuando los jóvenes llegaron a las puertas de la prisión. De repente, un ángel de Dios se apareció ante ellos con una espada de fuego en la mano y cayeron como muertos, completamente inconscientes y fueron incapacitados. Al día siguiente, el perseguidor suplicó a Serafina y ella, por su oración, devolvió a los jóvenes a la conciencia. Suscribiendo todo esto como magia, Virilo ordenó que esta joven virgen primero fuera quemada con velas y después de esto, que fuera azotada con varas. Mientras la azotaban, un trozo de vara se rompió, y desviándose golpeó a Virilo en los ojos y fue cegado. Finalmente decapitaron a esta justa doncella de Cristo y entregó su alma a Dios. La piadosa Sabina enterró honorablemente su cuerpo, del que empezaron a surgir muchas curaciones. Santa Serafina sufrió durante el reinado del emperador Adriano entre los años 117 y 138.
La santa mártir Teodotia
Teodotia era una joven viuda con tres hijos. En Tesalónica, junto con Santa Anastasía (22 de diciembre), Teodotia trabajó en la obra de Dios completamente dedicada a una vida piadosa. Durante la persecución de Diocleciano, fue sentenciada a muerte y junto con sus hijos, fue arrojada a un horno ardiente. Sus santas almas ascendieron a la patria celestial.
El santo mártir Eustasio de Mtshketa
Eustasio era un persa nacido en la ciudad de Arbuket. A la edad de treinta años fue a la ciudad de Mtskheta y viendo cómo vivían y creían los cristianos de Mtskheta, recibió el bautismo. Fue torturado por Cristo y fue decapitado en Tibilisi en el año 589. Sus reliquias reposan en la catedral de Mtskheta y sana a los que creen en su intercesión.
Himno de Alabanza
Santa Serafina
Serafina, querida por los ángeles,
Completamente inocente, en alma y cuerpo,
En todos sus pensamientos, dulce,
Fue torturada durante muchos días
Por causa de Cristo el Señor, el Inmortal.
El príncipe de los impíos, en el templo la forzó
A ofrecer sacrificios a los ídolos.
Santa Serafina replicó:
Del Único Dios, soy sierva,
Del Espíritu Santo, mi cuerpo es el templo,
En virginidad, mi cuerpo he preservado
Para ofrecerlo a Dios como sacrificio.
El templo de mi cuerpo, como sacrificio quiero ofrecer,
Por mucho que te sea querido, tortúralo,
Pero mi alma nunca verás muerta,
El alma viva, antes y después de la muerte,
Por fuego y espada no puedes destruirla.
A causa del alma, el cuerpo fue creado,
Y por el alma, el cuerpo es bendecido.
De Dios, el alma en el mundo aparece,
Y en el cuerpo, el Señor se glorifica.
¡Gloria a Dios, el Dios Trino!
¡Gloria a Dios, mi Creador!
Reflexión
Por el verdadero arrepentimiento con lágrimas, la oración y las buenas obras, el alma más corrompida puede ser limpiada y cambiada. Por tanto, tened cuidado de mencionar maliciosamente los pecados de un pecador arrepentido, sino ofreced acciones de gracias a Dios y asombraos de cómo, desde la oscuridad se hace la luz, y del lodo, el agua pura. El faraón egipcio Amases era de nacimiento humilde y cuando se convirtió en rey, los hombres lo respetaban muy poco, recordándole su origen. Para engañar a la gente y ganarse su respeto, tomó una vasija de metal en la que, según la costumbre, se lavaban los pies de los visitantes al palacio. Ordenó que la vasija fuera fundida y de ella se hiciera el retrato de cierto ídolo. Entonces, el faraón puso este ídolo en la calle. Viendo este ídolo, la gente empezó a adorarlo y a rendirle su honor divino. Entonces, el faraón reveló de qué estaba hecho este ídolo. La gente comprendió entonces que, por esto, el faraón quería mostrar que no necesitaban pensar más sobre lo que fue una vez y lo que era ahora. Así, el pueblo empezó a rendir al faraón el respeto debido a su realeza.
Contemplación
Contemplemos el milagroso signo que Dios mostró a Gedeón (Jueces 6)
1. Cómo sólo la primera noche, el vellón estuvo bajo el rocío y la tierra restante estaba seca, y cómo la segunda noche, todo el suelo estaba mojado por el rocío y en vellón estaba seco;
2. Cómo esto primero significaba a los israelitas en medio del mundo pagano (hasta la venida de Cristo) y después el mundo pagano estaría bajo la gracia e Israel sin ella (sin gracia) (después de la venida de Cristo).
Homilía
Sobre el retraso del Día Temible según la misericordia de Dios
“No es moroso el Señor en la promesa, antes bien, lo que algunos pretenden ser tardanza, tiene Él paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen al arrepentimiento” (2ª Pedro 3:9).
Hermanos, la misericordia de Dios retrasa “aquel día que arderá como un horno” (Malaquías 4:1). Por tanto, que los burladores sean avergonzados, aquellos que se mofan de la promesa de Dios y dicen: “¿Dónde está la promesa de su Parusía?” (2ª Pedro 3:4). Dios no ha olvidado su promesa pero los pecadores la han olvidado. Dios, según su inconmensurable misericordia, espera para que los pecadores vuelvan a sus sentidos, se arrepientan y se preparen para aquel día que no se repetirá. He aquí, aquel día no es igual a los muchos días que se dan a los hombres en aras a su arrepentimiento y a su preparación para el encuentro con Dios. Aquel día es el único día y difiere de todos los demás, pues no viene por el bien del arrepentimiento, sino más bien por el juicio. Así como el temible juicio es sólo uno e irrepetible, así es aquel día, uno e irrepetible.
Dios no desea que ningún hombre se pierda. No creó al hombre para la muerte sino para la salvación. ¿Hay algún labrador que siembre vegetales y desee que sus vegetales se sequen y se pudran? Dios es más sabio y más compasivo que todos los hombres. Dios sólo tiene un deseo, es decir, que todos los hombres se arrepientan y se alejen del mal. ¡Cómo se regocija el labrador cuando su viña marchita vuelve a la vida y se vuelve verde de nuevo y da mucho fruto! ¡Cuánta más es la alegría de Dios y de los ángeles de Dios cuando las almas de los hombres, marchitas por el pecado, vuelven y se hacen jóvenes de nuevo por las lágrimas de arrepentimiento y dan frutos de arrepentimiento y cambio!.
Oh Señor misericordioso y amante de la humanidad, ayuda a los pecadores a sentir tu misericordia y tu piedad con ellos, para que se arrepientan y se alejen de sus malos caminos.
Traducido por psaltir Nektario B. (P.A.B)
Categorías:prólogos de Ohrid
Deja una respuesta