Santa María Magdalena
María Magdalena fue una de las mujeres miróforas e “igual a los apóstoles”. Nació en la ciudad de Magdala, en la orilla del Lago Genesaret y era de la tribu de Isacar. Fue atormentada por siete espíritus malignos, por lo que Jesús la liberó y sanó. Fue una ferviente seguidora y sierva del Señor durante Su vida terrenal. María Magdalena estuvo al pie de la Cruz en el Gólgota y se afligió amargamente y lloró por el Santo Dador de vida de Dios. Tras la muerte del Señor, visitó Su sepulcro tres veces. Cuando el Señor resucitó, ella le vio en dos ocasiones: una vez, estando sola, y la otra vez con las otras mujeres miróforas. Viajó a Roma y se presentó ante Tiberio Cesar y presentándose ante él con un huevo rojo, le saludó con las palabras: “¡Cristo ha resucitado!”. Al mismo tiempo, acusó a Pilato ante Cesar por su injusta condena al Señor Jesucristo. Cesar aceptó su acusación y transfirió a Pilato de Jerusalén a la Galia donde, este injusto juez, caído en desgracia ante el emperador, murió de una terrible enfermedad. Después de esto, María Magdalena se fue de Roma a Éfeso a acompañar a San Juan el Teólogo, a quien asistió en la predicación el Evangelio. Con gran amor hacia el Señor resucitado, y con un gran celo, proclamó el Santo Evangelio al mundo como un verdadero apóstol de Cristo. Murió pacíficamente en Éfeso y, según la tradición, fue enterrada en la misma cueva en la que los siete jóvenes se recostaron a dormir milagrosamente durante cientos de años y, tras esto, volvieron a la vida y luego murieron (4 de agosto). Las reliquias de Santa María Magdalena fueron trasladadas después a Constantinopla. Hay un monasterio ortodoxo ruso dedicado a Santa María cerca del Jardín de Getsemaní.
El mártir y sacerdote Focas
En este día conmemoramos el traslado de las reliquias de San Focas, desde el Ponto a Constantinopla, alrededor del año 404 d.C. La principal fiesta de este santo se celebra el 22 de septiembre y en ese día está recogida una breve hagiografía de su vida y sus sufrimientos.
Hoy, se conmemora un milagro de este santo. Los árabes capturaron a un hombre llamado Pontino. Lo encadenaron, ataron sus manos a su espalda y le dejaron allí para que muriera. Tumbado en el suelo sobre su estómago, y sin poder moverse, Pontino clamó: “Oh santo mártir Focas, ten piedad de mi y sálvame”. Diciendo esto, cayó dormido y, en un sueño, vio a San Focas acercándosele, y tocando su mano, le decía: “El Señor Jesucristo te perdona”. Cuando el hombre se despertó, se encontró desencadenado de todas sus ataduras, y libre. Se levantó y partió a su hogar y tomó a San Focas como el santo patrón de su hogar.
El venerable Cornelio de Pereyaslavl
Cornelio fue tonsurado como monje a la edad de quince años por un anciano padre llamado Pablo. Más tarde, se retiró al desierto a una vida de silencio. Cornelio vivió en silencio durante treinta años sin hablar a nadie, ni siquiera una palabra, y por lo que muchos le consideraban mudo. Estaba tan debilitado por el ayuno que parecía un esqueleto. Antes de su muerte, recibió el Esquema (el Gran Hábito Angélico) y encontró el descanso en el Señor el 22 de junio de 1693.
La santa mártir Marcela
Santa Marcela goza de enorme respeto en la isla de Chios. En la iglesia dedicada a ella, se producen milagros todos los años. No se conoce mucho sobre su vida. Sin embargo, según la tradición, Marcela fue una inusual joven piadosa que, a edad temprana, se quedó sin madre. Su pagano y salvaje padre quería vivir con su hija como si fuera una esposa. Marcela huyó de su padre pero este, enfurecido como una bestia, la encontró y la cortó en pedazos. En las proximidades de su iglesia hay algunas piedras que, de vez en cuando, se impregnan de sangre. La gente coge estas piedras, las lleva a la iglesia, reza a Santa Marcela y las ponen sobre los enfermos que, por esto, quedan sanados.
Himno de Alabanza
Magdalena, en oscura tristeza se envolvió
A causa de la sangrienta muerte del Hijo de Dios.
Amar es dolor, el más amargo dolor,
Y, en el mundo, el amor no tiene comodidad o compañero,
Para él, las lágrimas son consuelo y la pena es su único compañero.
Para Santa Magdalena, el mundo quedó envuelto en la oscuridad.
La débil creación del hombre, pidió luz,
Sin esperanza, María acarició la oscuridad.
Su tumba para ella es luz, pero he aquí, ¡la tumba está vacía!
¡Robado!, pensó, ¡desnudo y no ungido!
Amargamente lloraba, pues el llanto nunca tiene fin,
En aquel momento, escuchó la voz de un hombre tras ella:
Mujer, ¿por qué estás llorando, dime? ¿A quien buscas?
¿A quién busco, preguntas? ¡Consolarme, eso quiero!
Pero, si tú te lo has llevado, ¿dónde lo has puesto?
Lloroso y triste, Jesús la miró,
Y con una dulce voz, la llamó: ¡María!
Y en el corazón de María, una luz empezó a brillar.
¡Oh voz familiar, con insuperable dulzura,
voz en demasía generosa de vida y poder!
Con esta voz, el Señor sanó la enfermedad,
Y con esta misma voz, resucitó a los muertos.
¡Voz vivificadora, milagrosa voz!
María retrocedió y se volvió
¡Rabí!, clamó en aquel momento, y entonces el sol salió,
Un nuevo día amaneció para María y para el mundo.
Reflexión
“Bienaventurados los afligidos” (Mateo 5:4, Straubinger), dijo el Señor. Bienaventurados son los que lloran pidiendo el Reino de Dios. Bienaventurados son los que se afligen sufriendo por la fe en Cristo. Bienaventurados son los que lloran arrepintiéndose de sus pecados. No puede haber verdadero arrepentimiento sin lágrimas. ¿Con qué limpiaremos nuestros pecados sino mediante lágrimas o sangre, la sangre del martirio? Los monjes de Nitria enviaron una petición a San Macario el Grande preguntándole si vendría a ellos en vez de que todos ellos acudieran a él. Macario obedeció y acudió a ellos. Todos los monjes se reunieron en torno a San Macario y le suplicaron una palabra de instrucción. Macario comenzó a llorar y entre lágrimas dijo: “Hermanos, que surjan lágrimas de vuestros ojos antes de que vayáis allí donde nuestras lágrimas abrasarán nuestros cuerpos”. Entonces, todos los hermanos comenzaron a llorar.
Contemplación
Contemplemos la milagrosa aparición del ángel a Josué, el hijo de Nun, cuando partió a conquistar Jericó (Josué 5):
1. Cómo el capitán (comandante) de las huestes celestiales se aparece a Josué con una espada desenvainada en su mano;
2. Cómo el “comandante de las huestes del Señor” le dijo que se quitara sus sandalias (Josué 5:15)
3. Cómo incluso nosotros, en la batalla de la vida, no deberíamos confiar en nuestros propios pies, y en nuestro propio equipamiento, sino sólo en el que combate por nosotros.
Homilía
Sobre la inexorable justicia de Dios
“Porque si a los ángeles que pecaron no los perdonó Dios, sino que los precipitó en el tártaro, entregándolos a prisiones de tinieblas, reservados para el juicio, y si al viejo mundo tampoco perdonó, echando el diluvio sobre el mundo de los impíos y salvando con otros siete a Noé como predicador de la justicia, y si condenó a la destrucción a las ciudades de Sodoma y Gomorra, tornándolas en cenizas y dejando para los impíos una figura de las cosas futuras” (2ª Pedro 2:4-6).
Oh, ¿cómo será salvado el hombre pecador? “Y no perdonó al antiguo mundo sino que salvó a Noé, la octava persona, predicador de justicia, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos, y las ciudades de Sodoma y Gomorra, reduciéndolas a cenizas, las condenó a la destrucción”. Por lo tanto, oh hombre pecador, ¿cómo puedes, entonces, ser salvado? ¿No sois vosotros más queridos y más preciosos para Él que los millones de ángeles, así como de las muchas personas ahogadas por el diluvio y de estas ciudades tan densamente pobladas? Cuando los ángeles fueron lanzados a la oscuridad del Hades, la gente se ahogó a causa del diluvio y las ciudades fueron reducidas a cenizas, y así ¿en qué tenéis esperanza, ¿en pecar, pecar continuamente y no apartaros del pecado? ¡Decid, por la misericordia de Dios! Pero, ¿no es Dios ahora más misericordioso de lo que lo era antes? ¿Ha cambiado Dios como el hombre? No esperéis sin medida, sino según la medida (límite) de vuestros esfuerzos con vistas a mejorar vuestra vida; que esta sea vuestra esperanza. Verdaderamente, la misericordia de Dios es grande, amplia es la paciencia de Dios e infinito es el amor de Dios. He aquí, Dios os ama más y más misericordiosamente a vosotros, que vosotros mismos y continuamente desea vuestra salvación, incluso más de lo que vosotros lo deseáis. Pero quien al final se burla de la misericordia de Dios, y quien al final se ríe de la paciencia de Dios, y quien al final se opone al amor de Dios, entonces ¿lo tomará Dios por la fuerza a su reino y hará de él un conciudadano de los ángeles y los santos?
¡Cuán terrible es la oscuridad del Hades, el sonido metálico de las cadenas y el rechinar de dientes! Los que ridiculizan la misericordia de Dios y se oponen al amor de Dios, morarán allí (en el Hades). ¿Queréis ir allí, oh almas pródigas? Dios no desea que vayáis allí; los ángeles lloran porque os dirigís allí; los santos rezan para que regreséis; la Santa Iglesia ofrece sacrificios por vosotros para que volváis a vuestros sentidos. Si despreciáis todo esto, ¡oh por qué despreciaríais todo esto! Entonces, ¿qué clase de misericordia esperaréis de Dios?
Oh justo Señor, ayúdanos para que podamos, a su debido tiempo, alejarnos del camino que conduce a la oscuridad del Hades; haznos comprender y fortalécenos en la bondad, antes de que envíes a Tu ángel para que se lleve nuestras almas.
Traducido por psaltir Nektario B. (P.A.B)
Categorías:prólogos de Ohrid
Deja una respuesta