Canonoclastas y canonófilos, ¿un problema eclesiástico o una herejía eclesiológica?

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Canonoclastas y canonófilos, ¿un problema eclesiástico o una herejía eclesiológica?

por Panagiotis Boumis

1. Sagrados Iconos y cánones sagrados

Uno podría preguntarse: ¿Por qué estamos haciendo esta similitud, o esta comparación? Estamos realizando esta comparación, esta conexión en paralelo, porque los divinos y sagrados cánones son «imágenes» de la Iglesia. Ellos expresan y reflejan la conciencia de la Iglesia. Estos cánones nos indican lo que quiere la Iglesia, y determinan cómo deben establecerse las Iglesias locales, cómo deben estar organizadas, y cómo deben funcionar y actuar, en la medida en que representan la Iglesia universal, como imágenes de Ella. Sin embargo, estos cánones también determinan todo lo que pertenece al orden y la unidad dentro de la Iglesia universal, que a su vez le da al mundo una imagen positiva de su presencia dentro de Ella.

Sin embargo, además de lo anterior y con el fin de examinar las cuestiones en su esencia, hay que señalar que los sagrados cánones son el resultado, una emanación, de la enseñanza dogmática y la verdad de la Iglesia; son una implementación de los dogmas de su fe. Como subrayó correctamente V. Lossky, «los cánones que regulan la vida de la Iglesia en su aspecto terrestre están inseparablemente unidos a los dogmas cristianos. No son regulaciones legales, por así decirlo, sino más bien, son la aplicación de los dogmas de la Iglesia » ( 1). El profesor John Karmiris también señala en su «eclesiología»: «los sagrados cánones que apoyan el sistema de gobierno eclesiástico, después de haber adquirido un carácter universal y eterno (que es el destino de la Iglesia), constituyen su Derecho positivo, que regula las relaciones entre sus miembros, por el que «todo se debe hacer honestamente y en orden (1 Cor. 14:40)» (2) .El Metropolita de Serbia y Kozani Dionysios muy acertadamente comenta: «Los asuntos de la Iglesia son asuntos de la vida, donde la teoría no está separada de la práctica. La separación de los asuntos de la Iglesia, supuestamente en lo teórico y lo práctico, da lugar a la división del organismo eclesiástico y a un conflicto de leyes en la vida de cada uno » (3) .

En este camino, la verdad dogmática de la Iglesia, su eclesiología y Sus sagrados cánones comprenden una unidad inquebrantable. Es por eso que los sagrados cánones de la Iglesia proporcionan una imagen auténtica de la Iglesia y su Eclesiología y también presentará su identidad dentro de su aspecto diario y terrestre, la vida y la actividad.

La pregunta que por supuesto surge inmediatamente es: ¿Qué Cánones nos dan esa imagen auténtica de la Iglesia y su eclesiología?Ciertamente necesitamos aclarar y recalcar que los cánones que establecen esa imagen auténtica son los auténticos Cánones de la Iglesia;los cánones que han sido decretados o validados por los Concilios Ecuménicos de la Iglesia. Son esos los que se expresaron en el Espíritu Santo, con la supervisión del Espíritu Santo, y que expresan la postura de la Iglesia perpetuamente, y de forma permanente, a través del tiempo y en todo lugar, eternamente y ecuménicamente, es decir universalmente.

Lo anterior también está apoyado por el primer Canon del séptimo Concilio Ecuménico, donde los padres que participaron proclamaron:«… damos la bienvenida y abrazamos a los cánones divinos, y corroboramos la totalidad y estricta serie de decretos que hay en ellos y que han sido establecidos por Apóstoles de renombre, que fueron y son trompetas del Espíritu, y también todos los anteriores seis Concilios Ecuménicos santos y las asambleas regionales (concilios locales) admitidas por ellos con el fin de exponer tales edictos, así como los cánones de nuestros santos Padres. Por haber, todos esos hombres, sido guiados por la luz del amanecer en el mismo Espíritu, prescribieron decretos que son para nuestro mejor interés » (4) .

Asimismo, en el segundo canon del Quintosexto Concilio Ecuménico que constituye una especie de codificación oficial y concisa de los sagrados cánones de la Iglesia, es proclamado que:«Esto también ha parecido lo mejor para este Santo Concilio, así como que lo más importante es que los 85 Cánones entregados a nosotros en el nombre de los santos y gloriosos apóstoles, y como cuestión de hecho, aceptados y validados por los santos bienaventurados Padres que nos precedieron […] y ratificamos todo el resto de la sagrados cánones promulgados por nuestros santos y bienaventurados Padres (5)[…] Y a nadie se le permitirá derogar o dejar de lado los cánones establecidos previamente, o para reconocer y aceptar cualquier Canon que no haya sido especificado en este documento y que hayan sido formados bajo una falsa inscripción por ciertas personas que han tratado de cambiar la verdad.Si, sin embargo, se coge a alguien innovando con respecto a cualquiera de dichos cánones, o intentando subvertirlos, será responsable (de las consecuencias que se produzcan) respecto a ese Canon, recibirá la penitencia que se prescribe y será reprendido por el Canon por el que se ha ofendido» (6) .

2. Canonoclastas

Es decir, con respecto a los mencionados Cánones auténticos:

a) Los que no reconocen y abrazan los divinos Cánones no siguen a los Santos Padres, y como tales, están de alguna manera fuera de lugar.

b) Los que no aceptan que los Cánones fueran instituidos por los Padres de los Concilios Ecuménicos a través de la iluminación del Espíritu Santo, es decir, a través de una supervisión divina, son incrédulos en cuanto a lo que se testifica, que es la enseñanza de los Padres y de los Cánones de los Concilios Ecuménicos.

c) Los que no aceptan que son más eficaces y tranquilas las terapias del alma y las curaciones de las pasiones por medio de esas validaciones (por los Concilios), se convierten en un obstáculo para la salvación de los fieles.

d) Los que falsifiquen o violen los Cánones, o acepten otros cánones que sean contrarios a la verdad y la exactitud de los Santos Cánones están adulterando la verdad y se están inclinando hacia la ilusión y la herejía, ya que se oponen a los Cánones.

e) Los que innovan o intentan revisar uno solo de estos Cánones, son claramente Canonoclastas.

Y por poner uno o dos ejemplos:

Los que convierten la primacía de antigüedad o la distinción de honor (como se reconoce en los Cánones) en una primacía de la autoridad y el poder (la autoridad papal «de este mundo»), o bien, aquellos que convierten y revisan las penitencias previstas por los Cánones (puestos para la sanación y la salvación de las almas de los fieles) en multas y sanciones (autoridad despótica «de este mundo») con el fin de castigar físicamente o socialmente clérigos o laicos, es necesario juzgar si ellos mismos tal vez hubieran caído en la categoría de Canonoclastas.

Podríamos decir más, ampliando al respecto:

Los que también enseñan a otros a no respetar los Cánones son más Canonoclastas que los que ellos mismos no los observan. Los que no observan y no se aplican los Cánones, ya sea por ignorancia o por debilidad o negligencia e indiferencia, no son más que pecadores; sin embargo, aquellos que enseñan la no observancia de los cánones no son sólo pecadores sino que también son herejes.

Los Canonoclastas son también los que afirman que los cánones son variables, transitorios y temporales, y que podemos cambiarlos de la misma forma que también cambiamos las leyes del Estado, que ni poseen ni reclaman infalibilidad y es por esa razón por la que podemos abolirlos e instituir otros.

Del mismo modo, los Canonoclastas son también los que afirman que los Cánones entran en conflicto entre sí sin ninguna razón para ello, o sin haber estudiado amplia y profundamente el asunto, sobre la base de los principios de interpretación y armonización de los Cánones (7) .Estos son los que piensan que saben «algo»;este es el caso aplicado al principio del sciolismo(1) y a sus consecuencias.

Entre los Canonoclastas existen también los que degradan los Cánones divinos al nivel de leyes humanas, o, en el caso contrario, los que elevan sus propios decretos Canonísticos (cánones locales no corroborados por un Concilio Ecuménico) al nivel de los Sagrados Cánones, incluso antes de que un Concilio Ecuménico les ha concedido la autenticidad necesaria y el sello de confirmación, por supuesto en el caso de que sean dignos de ello.

Canonoclastas no sólo son aquellos que se entregan a los actos o a las tentativas antes mencionadas o a opiniones obstinadas, sino también los que causan o motivan a todas aquellas personas que se esfuerzan en mantener los Cánones en sus vidas, los Canonologistas, de acoger los actos y las teorías antes mencionadas (contrarias a la integridad de los cánones), así como seguir a aquellos que los atacan. Por supuesto Canonoclastas son (al menos indirectamente) también aquellos Canonologistas que son indiferentes hacia cualquier forma de falsificación o alteración o modificación o violación de los sagrados cánones, por miedo a desagradar o «echar a perder» sus relaciones con los poderes fácticos o las percepciones o demandas seculares en circulación en ese momento.

Por supuesto Canonoclastas son también, aunque quizás involuntariamente, los que quieren tener «más realeza que el rey», en este caso, los que quieren ser «más eclesiásticos que los sagrados cánones». En otras palabras, quieren llegar a ser «más devotos» que lo decretado por los Cánones de la Iglesia, es decir, que hacen más que lo que les pide la iglesia. Un ejemplo de esto son los que ayunan todos los sábados del año y no sólo el Sábado Santo de la Semana Santa pues dicho ayuno se realiza por la instrucción explícita de los Cánones.

Los Canonoclastas, por lo tanto, no son aquellos que no observan los Sagrados Cánones por posible ignorancia o por debilidad, sino aquellos que no los observan, que no los salvaguardan como legado, así como aquellos que no los acogen, sino que en lugar de eso los revisan y hacen caso omiso de los Cánones o los dejan de lado por completo.

3. Canonófilos

Por último, los Canonoclastas pueden ser el resultado también de aquellos que engrandecen sobremanera la fuerza de los Cánones, y de hecho sólo los Cánones que ellos mismos seleccionan (por interés) y tratan de imponerlos siempre, no importando el motivo, especialmente hacia los demás (más que a sí mismos), y además con total desprecio a la naturaleza humana, a la debilidad humana y a la enfermedad. Estos casos se presentan como campeones implacables de los Sagrados Cánones, y se atan excesivamente a una interpretación literal. Podríamos referirnos a ellos como «Canonófilos», y sería muy parecido a los idólatras de otros tiempos.Sin embargo, en un análisis final, terminan como Canonoclastas porque dan a la gente una impresión equivocada acerca de lo que es el objetivo y carácter final de los Santos Cánones.

Estos Canonófilos causan en los que son débiles en la fe ortodoxa y en la vida eclesial genuina a creer erróneamente que los sagrados cánones no expresan el espíritu de la justicia y el amor del Evangelio; más bien, que son formulaciones legalistas crueles. Se podría, de hecho, afirmar que estos Canonófilos no son menos peligrosos que los Canonoclastas. Su conocimiento inadecuado del Derecho Canónico (Eclesiástico) y de las instituciones de la Iglesia, como la oikonomia eclesiástica (economía) da lugar precisamente a estas consecuencias, el «Sciolismo” (1) que es peor que la ignorancia total », como dice el refrán popular.

Ellos no son plenamente conscientes de que el prestigio y la autoridad de los divinos cánones es absoluto y, como tales, pueden ser guías infalibles (en general y perenne), mientras, todo lo contrario, su validez y su aplicación es relativa (es decir, se puede determinar, en función de las circunstancias, en las instancias, personales u otras, y en las debilidades humanas). Naturalmente, las situaciones, los requisitos y las condiciones serán evaluadas por una autoridad pertinente (una persona del clero encargada especialmente para ello, un obispo, un Sínodo, o una instrumento sinodalmente designado) que proporcionará adecuadamente esa economía (oikonomia), es decir, la pre-aprobada autorización para desviarse de los Cánones a los que se refiera o el posterior perdón por haberlos transgredido (siempre y cuando la economía (oikonomía) aplicada a los Cánones no provoque una transgresión aún peor que conduzca a una herejía) .

La gente de esta categoría (Canonófilos) no están familiarizados con la institución de la economía (oikonomia eclesiástica), que permite los instrumentos pertinentes de la Iglesia, el derecho de «administrar» el permiso o el perdón por una cierta desviación provisional y lógica (como se comentaba anteriormente, que dicha desviación no conduzca a una herejía) de la fiel observancia de los Cánones Sagrados (NO una desviación de los dogmas) y, por supuesto, siempre a la luz del amor cristiano y para la salvación de la humanidad. (8) . Ellos (los canonófilos) no saben que existe la medida de la economía (oikonomia eclesiástica), que es la libertad en Cristo que tiene la Iglesia, para la administración de la gracia divina, a fin de gestionar los asuntos de Su casa, y por supuesto, siempre que sea para el beneficio espiritual del hombre, que puede estar tanto en Su interior como en Su exterior(9) , y no para el beneficio personal material o secular de Sus instrumentos.

Tal vez los Canonófilos sean también incapaces de percibir o comprender que esta economía (oikonomia) funciona de una manera en la que no hay justificación posible ante una abolición o revisión o modificación de los Cánones Sagrados, es decir, siempre que la integridad de los Cánones Sagrados no corra peligro.

No recuerdan, o pretenden no recordar, las palabras del Señor, que enseñó que «El sábado fue hecho para el hombre y no el hombre para el sábado» (Marcos 02:27), sin, por supuesto, abolir el sábado.

Por último, ¿acaso no se convierten esencialmente estas personas en hostiles no sólo hacia los Cánones, sino también hostiles hacia otras personas, e incluso homicidas hacia ellos mismos? 

Epílogo

Al final, uno podría suponer que, en general, los Canonoclastas, que «atacan» y destruyen los divinos y sagrados Cánones (que son reflejos de la Iglesia), llegan a ser oponentes reales de la Iglesia.En confirmación de lo anterior, nos gustaría recordar al lector las palabras de San Juan Crisóstomo: «Y yo digo que “la Iglesia” … no las paredes de una iglesia, sino las leyes de la Iglesia … porque la Iglesia no son las paredes y los suelos, sino la fe y la forma de vida «. (10) .

Por todas las razones anteriores, es nuestra humilde opinión y nuestra propuesta que la Iglesia, en un próximo Concilio Ecuménico o General, ponga una especial atención en el preocupante tema de la Eclesiología, en lo que respecta también a la cuestión de los Sagrados Cánones y al lugar que hay que darle a los Canonoclastas, por su posición opositora de la Iglesia, o a los Canonófilos que sin embargo están dentro de ella.Si la Iglesia ha expresado su postura hacia los sagrados Iconos y los iconoclastas-iconófilos, entonces también debería expresar su postura en el asunto de los divinos y sagrados Cánones para empezar, y posteriormente sobre la cuestión de los Canonoclastas y los Canonófilos.

Al mismo tiempo, todo el pleroma de la Iglesia (la plenitud de la iglesia) debería preguntarse: si se ha determinado el correcto o adecuado honor para Santos Iconos, ¿ no debería haber un honor similar (o mayor) otorgado a los divinos y sagrados Cánones?Por otra parte, si el honor adecuado de los iconos trasciende a los personajes santos representados en el mismo, entonces ¿no debería el honor adecuado de los Cánones de la Iglesia trascender a la Santa Iglesia y a su Cabeza divina?

Y en el caso contrario, si la deshonra y el desprecio por los iconos trasciende a las santas personas que aparecen en el mismo, ¿no crees que debería seguir la misma lógica, queriendo decir que el desconocimiento y la deshonra de los sagrados Cánones trasciende a las Personas del Dios santísimo y de la Santa, Católica y Apostólica Iglesia que legislaron e instituyeron?

Sobre la base de estos hechos y las analogías relacionadas y los «términos» y las cuestiones, la Iglesia debe deliberar y decidir si en el caso de los Canonoclastas y los Canonófilos en realidad estamos tratando con una herejía eclesiológica, como en el caso de los iconófilos y los iconoclastas.En cuyo caso, el ministerio de la Iglesia llevará debidamente la iluminación a Su redil, tanto al clero como a los laicos, y quizás incluso les advierta y, finalmente, ponga en práctica las medidas y / o penitencias correspondientes.

 

(1)Sciolismo:la práctica de opinar en temas en los que uno sólo tiene un conocimiento superficial.

NOTAS

1. V. Lossky – Transl. by St.Plevrakis, La Teología Mística de la Iglesia del Este, Thessaloniki 1964, p.206. Cmp. Const.Mouratides’ La consolidación constitucional de los sagrados Cánones, de las series «Koinonia», Vol.17 (1974), p.150-151.

 

2. J.Karmiris, Eclesiología Ortodoxa, (Section V Dogmatics), Αthens 1973, p. 520.

 

3. Dionysios Psarianos, Metropolita de Serbia y Kozani, Ode de Grace, en Athens, 1969, p. 168.

 

4. G. Rallis – M..Potlis, Constitución de los divinos y sagrados Cánones, Vol.II, p. 556.

 

5. Los cánones locales se ratificaron en el Concilio Ecuménico nombrándolos de esta forma, quedarón, pues, ratificados desde entonces.

 

6. G. Rallis – M..Potlis, Vol.II, p. 308-310.

 

7. Ver Pan. Boumis, Derecho Canónico, 3rd Edición por «Gregoris» publications, Athens 2002, p. 69: «El intérprete y los prerrequisitos para interpretar los Sagrados Cánones», y « Principios de interpretación (y armonización) de los Sagrados Cánones».

 

8. Ver Pan. Boumis, Derecho Canónico, p. 51.

 

9. Ver Pan. Boumis, Derecho Canónico, p. 60.

 

10. John the Chrysostom , Homilia: Cuando Eutropios se encuentra fuera de la iglesia, estaba excomulgado, ΡG 52, 395

 

Recurso: Cogido de la revista «Ecclesia» (un boletin oficial del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa de Grecia), Edición nº11, 2007

 

Versión en español por hipodiácono Miguel P. (H.M.P)



Categorías:Derecho canónico, Ecumenismo

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