Las apariciones de Fátima y el cristianismo ortodoxo

fatima

 

 

“Porque vendrá el tiempo en que no soportarán más la sana doctrina, antes bien con prurito de oír se amontonarán maestros con arreglo a sus concupiscencias. Apartarán de la verdad el oído, pero se volverán a las fábulas” (2ª Timoteo 4:3-4)

 

 

 Interés ortodoxo

Según las afirmaciones católicas romanas, entre mayo y octubre de 1917, la Theotokos se apareció seis veces a tres niños, Lucía, Jacinta y Francisco, en la población portuguesa de Fátima. Las apariciones iniciales atrajeron poca o ninguna atención, pero en el tiempo de la última aparición, cerca de 50.000 personas estaban presentes; en aquel tiempo, mucha gente afirmaba ver el sol bailar en el cielo, pero en ningún momento nadie, excepto los tres niños, vio a la persona que estaba apareciéndose.

A través de los años, muchos cristianos ortodoxos han mostrado gran interés en estos hechos, principalmente a causa de las predicciones sobre la conversión de Rusia que fue predicha en una de las apariciones. Sorprende bastante y es significativo que una aparente manifestación de la Theotokos ocurriera al mismo tiempo que la revolución bolchevique en Rusia; esperarían con esto que la Theotokos hubiera indicado una forma por la que Rusia pudiera ser liberada de la dominación comunista. Así, Tatiana Goricheva, una conocida disidente ortodoxa rusa y exiliada de la Unión Soviética, nos cuenta cómo supo de Fátima y habla sobre las directrices satisfactorias de la Theotokos en Fátima para la conversión de Rusia (1).

Sin embargo, cuando alguien examina los hechos de Fátima con detalle, se da cuenta de que no eran fundamentalmente sobre Rusia; por el contrario, presentaban o reafirmaban un gran número de doctrinas claramente católicas romanas. Se debe considerar estas enseñanzas por completo para determinar cómo debería un cristiano ortodoxo considerar todo el hecho.

Debería notarse que hay un sorprendente número de discrepancias en los relatos de las conversaciones entre los niños y la aparición, cabiendo la posibilidad de alguna corrupción tardía o alteraciones en los textos. En su mayor parte, el texto seguido en este artículo es el presentado por la hermana Lucía, una de los tres niños, en sus memorias.

¿Quién apareció en realidad?

En primer lugar, nadie sabe quién apareció en Fátima. En la primera aparición, la visión no afirmó para nada que fuera la Theotokos. Jacinta fue la primera que la identificó como la Virgen María, pero Lucía dudaba inicialmente sobre quién era la aparición (2). En las últimas apariciones, la visión no siempre afirmaba específicamente ser la Theotokos, pero sin embargo hablaba de sí misma, muy curiosamente, como “Nuestra Señora del Rosario”, y el “Inmaculado Corazón de María” (3). En la quinta aparición, la visión le dijo a los niños: “En octubre, vendrá nuestro Señor, así como nuestra Señora de los Dolores y nuestra Señora del Carmelo. San José se aparecerá con el Niño Jesús para bendecir al mundo” (4). Esto suena extraño a nuestros oídos, ya que esto casi parece implicar que estas “Señoras” fueran diferentes personas.

¿Qué se enseñó?

Las doctrinas presentadas por la aparición son llamativas, puesto que refuerzan muchas de las más inusuales y extremas innovaciones del reciente catolicismo romano. Incluyen lo siguiente:

Devoción al Inmaculado Corazón de María

El principal propósito de la aparición era alentar la devoción al llamado Inmaculado Corazón de María.

En la segunda aparición, la visión dijo: “Jesús desea hacer uso de vosotros para hacerme conocida y amada. Quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón” (5). Esta práctica devocional está relacionada con el culto al Sagrado Corazón de Jesús. En el siglo XII, tuvo lugar una revolución en las prácticas devocionales de la Iglesia católica romana; esta revolución fue inspirada por la predicación de Bernard de Clairveaux y extendida ampliamente por Francisco de Asís.

Puesto que la atención fue desplazada de nuestra redención por la Resurrección del Señor a un enfoque sobre la Pasión del Señor, se introdujo un elemento erótico en la adoración y devoción privada. El Señor llegó a ser visto como un compañero, amigo, o incluso marido/amante, como se refleja en la imaginería matrimonial que fue introducida en el monasticismo occidental (tomando sus votos, las monjas acudían a una especie de ceremonia de bodas, completado con trajes de novia, anillos matrimoniales, etc., con el Señor como novio). Esta nueva devoción destacaba la unión individual del devoto con el Amante Místico, concentrándose sobre el dolor del sufrimiento del Señor e intentando despertar sentimientos emocionales por el enfoque sobre Su vida terrenal.

Entre las manifestaciones de esta nueva aproximación a la adoración están la Fiesta del Santo Nombre, las devociones especiales a las Cinco Heridas de Cristo, las Estaciones de la Cruz, las meditaciones asignadas a los decenarios del Rosario, la “Cuna” de Navidad y la devoción al “Niño Jesús” en general, y el culto al Sagrado Corazón de Jesús (6). Este último culto se centra en una parte del cuerpo físico de nuestro Señor y efectivamente separa la adoración de la naturaleza humana de Cristo de Su Naturaleza Divina; por esta razón nunca ha encontrado ninguna aceptación en la Iglesia Ortodoxa, que enseña a sus hijos a adorar al Señor en su unidad humana y divina, no en cada naturaleza de forma separada. La ortodoxia también ha mantenido un acercamiento mucho más restringido y devocionalmente objetivo al Señor, evitando la sensualidad, el sentimentalismo y el emocionalismo.

Desafortunadamente, puesto que la doctrina católica romana de María se ha desarrollado en siglos recientes, ha intentado igualar los atributos de Cristo con los de María, llegando incluso al extremo de llamarla la “Co-Redemptrix” (Corredentora) del mundo y sugiriendo que comparte el sacerdocio de Cristo de alguna forma. La devoción al Inmaculado Corazón de María es un ejemplo más de esta tendencia, igualándolo al culto del Sagrado Corazón de Jesús.

Pero si el culto al Sagrado Corazón está muy peligrosamente sobrecargado de emoción, sentimentalismo y sensualidad para que sea aceptable a la Ortodoxia, ¿qué podemos decir sobre la extensión de este culto a la Theotokos? El problema aquí es que el catolicismo romano ha perdido el concepto ortodoxo de edificación de todos los que participan en la gracia vivificadora, santificadora e increada de Dios. La Iglesia Militante y la Iglesia Triunfante (de hecho, todos los que luchan en la vida que está en Cristo) participa en la obra redentora de Cristo. Son una “generación elegida, un reino sacerdotal, una nación santa”.

Cuando la doctrina ortodoxa de la gracia, la salvación y la edificación es abandonada por quien es carnal, erróneo y distorsionado, entonces, inevitablemente, los distanciamientos teológicos y las aberraciones aparecerán también con relación a las doctrinas del sacerdocio y la redención. Esto es especialmente evidente con relación a la posición de la Theotokos en el catolicismo romano, donde su culto comienza claramente a limitar con la Mariolatría. Es incluso más objetable cuando partes particulares de María son separadas para una devoción particular (7).

En la antigüedad, había dos sectas heréticas, los antidicomarianitas (anomeos) y los coliridianos. Los primeros rechazaban honrar a la Theotokos y negaban su virginidad perpetua, y los segundos la hacían igual a Dios. Concerniente a los últimos, San Epifanio de Chipre escribe que “algunas mujeres hacían pequeñas hogazas de pan y las ofrecían a su nombre (de María) en ritos religiosos llevados a cabo por mujeres… Y en Sikima, los aldeanos locales ofrecían sacrificios en nombre de la Maiden (virgen) [la Theotokos]” (8). La Iglesia Ortodoxa lucha siempre por preservar la verdad, no desviándose ni a la derecha ni a la izquierda, sino caminando por el camino recto y angosto que conduce al Reino del cielo. San Epifanio escribe que ambos extremos reflejados en las doctrinas y prácticas de estas dos sectas mencionadas son “las enseñanzas de los demonios”. “El daño”, escribe, “que procede de estas dos herejías es igual”.

Podemos ver, con relación a la Theotokos, que los protestantes tienden a reflejar los puntos de vista de los antidicomarianitas, mientras que los modernos católicos romanos, que en un extremo de piedad promulgan ideas tales como la de “Co-Redemptrix”, claramente se asemejan a los coliridianos. La Ortodoxia se adhiere al camino medio, venerando a la Theotokos como la más santa de las criaturas de Dios y desbordando amor por ella, pero no deshonrándola exaltándola falsamente en una imaginada igualdad con su divino Hijo. Honrando su pureza y santidad y emulando en nuestras vidas su total obediencia a Dios, mostramos nuestra verdadera devoción a ella.

La tendencia católica romana a hacer a María igual al Señor se manifiesta en la segunda aparición de Fátima, cuando la visión prometía la salvación a todo el que practicase la devoción al Inmaculado Corazón. Se decía: “A todos los que acojan mi devoción (al Inmaculado Corazón), les prometo la salvación y sus almas serán amadas por Dios como flores dispuestas en el camino y que os conducirán a Dios” (9).

En la tercera aparición, la visión mostró a los niños una vista del infierno, y entonces dijo: “Habéis visto el infierno, donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlas, Dios desea establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón” (10). En la misma aparición, se les dijo a los niños que habría paz si la gente hacía lo que ordenaba la visión.

Una de las más notables declaraciones atribuidas a la visión se encuentra en la primera visión. Hay un desacuerdo en las fuentes sobre la redacción de la declaración, pero algunas versiones dicen que la gente debe sufrir como un medio para reparar al Inmaculado Corazón de María por sus pecados y ofensas. Como se presenta en estas fuentes, en la primera aparición, la visión decía: “¿Sufriréis para obtener la conversión de los pecadores, para reparar las blasfemias, así como todas las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María?” (11). En la tercera aparición, la única en la que se menciona la conversión de Rusia, la visión dice a los niños: “Sacrificaos a vosotros mismos por los pecadores, y decid muchas veces, especialmente cuando hagáis algún sacrificio: ‘Oh Jesús, es por tu amor, por la conversión de los pecadores, y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María’” (12).

Pero nuestros pecados no son cometidos contra la Theotokos, o su corazón; son cometidos contra Dios, y es a Él a quien debemos pedir el perdón. Es ante Él ante quien debemos arrepentirnos. Ciertamente, la Theotokos sufre cuando contempla nuestro pecado y desobediencia. En realidad, no sólo la Theotokos, sino todos los santos (de hecho, toda la creación) “gime y se lamenta” a causa de los pecados de la humanidad. Como dijo el hijo pródigo: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”. Pero básicamente, Dios es el Único que tiene la autoridad para perdonar los pecados. Pues, “¿quién puede perdonar los pecados sino sólo Dios?” (Marcos 2:7, Straubinger).

Por lo tanto, decir que debemos hacer “reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”, la pone literalmente en el lugar de Dios, que es repetir la blasfemia de Satanás, que quiere que adoremos a la creación, en vez de al Creador. Además, en estos casos, la visión habla con el lenguaje de los escolásticos de la baja Edad Media, no con la voz de la Escritura y de los padres de la Iglesia. El perdón de los pecados y la restauración para la filiación que la humanidad recibió por la voluntaria Pasión, Crucifixión y Resurrección de Cristo, no son el fruto de un hecho legal demandado por alguna justicia divina; más bien, son un regalo gratuito dado como un resultado del supremo acto de amor gratuito elegido por Dios para redimirnos.

No hay reparación, ni satisfacción, no hay nada que podamos hacer por nosotros mismos para merecerlo. Esto es por lo que Nuestro Señor Jesucristo se hizo hombre, sufrió, murió y resucitó de nuevo, para derribar el muro entre nosotros y Dios. Nada hacemos, ningún sufrimiento nuestro puede reemplazar lo que Él hizo por nosotros. Esto es precisamente por lo que en la Divina Liturgia el sacerdote proclama: “Lo tuyo, de lo que es tuyo, te lo ofrecemos, por todo y por todos”.

El Rosario

En la sexta aparición, la visión se llama a sí misma la “Señora del Rosario”. Uno de los métodos recomendados repetidamente por la visión para obtener la paz mundial es el uso diario del Rosario. Ahora, el rosario es una devoción católica romana distintiva, una que es ajena a la piedad ortodoxa. El rosario consiste en quince “misterios” o temas para la meditación, por ejemplo, la Anunciación, la Crucifixión, la Coronación de María como Reina del Cielo, etc., y mientras se recita el Ave María diez veces por cada misterio, se supone que se intenta visualizar el hecho conmemorado en cada misterio.

Como sucede en muchos métodos de meditación cristiana occidental, este enfoque fomenta activamente el uso de la imaginación que, según nos enseñan los santos padres, es una peligrosa fuente de errores y decepción: cuando comenzamos a imaginar los hechos de la vida de nuestro Señor, inevitablemente los sustentamos con nuestras condiciones y los presentamos en una forma que sería buena para nosotros mismos; en ese caso nosotros mismos hacemos la medida de los hechos en Su vida y caemos fácilmente en aquellos aspectos con los que no estamos conformes.

Los santos padres nos enseñan, además, a ser siempre cautelosos con la imaginación, aprendiendo a controlarla, y no a desarrollarla. Además, el uso de la imaginación mientras se recitan las palabras del Ave María significa que uno no está atendiendo a las palabras de la oración. En vez de ayudar a la concentración sobre las palabras dirigidas a Dios y a los santos en la oración, este método realmente fomenta la distracción y los pensamientos ambulantes ocultándolos con la apariencia de “meditaciones” sobre los hechos de la historia sagrada, imaginados por la persona que reza. Así, el rosario católico romano es muy diferente en su uso y propósito al rosario (komboskini) ortodoxo del que es desarrollado, cuyo propósito es ayudar a la persona que reza a enfocarse más intensamente en las palabras de su oración y a mantener sus pensamientos sin deambular. El Rosario es obviamente una práctica devocional inaceptable, y los cristianos ortodoxos deben ser cautelosos con la aparición que lo enseña y lo fomenta.

El purgatorio

En estas apariciones, la visión enseñaba doctrinas relacionadas con el más allá que no son aceptadas por el cristianismo ortodoxo. Muchas veces se refería al purgatorio, el estado intermedio de sufrimiento limitado entre el cielo y el infierno, y decía que una persona sobre la que los niños preguntaban estaría en el purgatorio hasta el fin del mundo. La Ortodoxia rechaza completamente cualquier estado intermedio, ya que la doctrina del purgatorio no aparece en ningún momento en la tradición apostólica, y de hecho, niega la completa eficacia del regalo gratuito de la gracia y adopción que Cristo nos ofreció mediante Su encarnación, muerte y resurrección.

Según la enseñanza católica romana, los hombres deben sufrir para pagar sus deudas a Dios por los pecados que han sido perdonados por Él, como si cualquier sufrimiento que suframos pudiera realmente hacer un pago, si fuera necesario, y como si el perdón de Dios fuera de alguna manera deficiente. La misericordia de Dios y el perdón son ilimitados. Si el sufrimiento es bueno para nosotros, es exactamente en el mismo sentido en el que el entrenamiento es bueno para los atletas, como el ayuno es bueno para el obeso y glotón, como el remordimiento es bueno para los que son propensos a la ira. Dios no necesita estas cosas, nosotros sí. Ni pide este “pago”, ya que su perdón y gracia son gratuitos, pues, después de todo, la palabra “gracia” misma significa “don gratuito”.

Valor de las obras humanas

La visión también enseñaba que el sufrimiento de alguien durante su vida podía obtener la salvación para otros. En la primera aparición, se preguntó a los niños si “soportarían los sufrimientos voluntarios, como un acto de reparación por el pecado con el que Él es ofendido, suplicando por la conversión de los pecadores”. Y en la cuarta aparición, la visión le dijo a los niños: “Rezad, rezar mucho y hacer muchos sacrificios por los pecadores. Pues muchas almas van al infierno porque no hay nadie que haga sacrificios por ellas” (14).

También, en este sentido, el ofrecimiento de nuestro Señor por nosotros es denigrado por la idea de que nuestro sufrimiento suministra de alguna manera a otros lo que está ausente en Su propio ofrecimiento. Esto es un engaño blasfemo, que muestra un orgullo satánico pensando que podemos salvar a otros por nuestras oraciones y sufrimientos, poniéndonos nosotros mismos, así, en el lugar de Cristo. San Pedro Damasceno expresa la comprensión ortodoxa cuando dice: “No nos atrevamos a suplicar en nombre de todos, sino sólo por nuestros propios pecados” (15). Como mucho, podemos suplicar la gracia de Dios para ellos para que correspondan con arrepentimiento.

La conversión de Rusia

El tema de la conversión de Rusia ocasiona el mayor interés en Fátima entre los cristianos ortodoxos, pero también es algo que a menudo es malinterpretado. Se asume a menudo que este mensaje fue el único que se dio en Fátima, o al menos, el más importante; de hecho, es una parte de una de las seis apariciones, y es presentado, no por el bien de Rusia, sino para reforzar un gran número de los dogmas católicos romanos. Además, los primeros relatos de Fátima establecen sólo que la visión dijo a la gente que rezara por la conversión del mundo.

Lucía tuvo una visión en 1927, en la que se le dijo que pidiera por la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María. En otra visión, sucedida en 1929, se le dijo que revelara el primer secreto, supuestamente dado a ella en 1917, que consistía en que la gente debería orar por la conversión, especialmente de Rusia (16). Generalmente se asume que la visión hablaba de la conversión de Rusia a la fe católica romana.

Un comentarista sobre este tema dice que cuando se habla de un estado, no se puede pensar en él como unido a una iglesia determinada; además, piensa que aquí, la “conversión” significa que el estado soviético detendría la lucha contra la religión. Se pregunta si el término podría referirse al “regreso de la ‘Iglesia Rusa’ disidente a la unión católica” y responde que, en su opinión, esto “no puede ser deducido con la necesidad lógica según el texto del mensaje” (17). Sin embargo, el hecho que persiste en el entendimiento de la gran mayoría de los católicos romanos, es que el mensaje de Fátima no significa nada más que la conversión de Rusia al catolicismo romano. Esta es precisamente la interpretación que se ha enseñado en las escuelas parroquiales. Incluso si admitimos que el mensaje de Fátima no necesariamente implica la conversión de Rusia al catolicismo romano, aún debemos preguntar qué sentidos son propuestos por la visión para la conversión de Rusia del ateísmo a la creencia en Dios.

Se presentan dos requerimientos básicos en la visión en el relato de la tercera aparición: “Vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, y la Comunión para Reparación de los primeros sábados. Si se atienden mis peticiones, Rusia será convertida… El santo padre consagrará Rusia a mí y será convertida…” (18). Así, las dos condiciones necesarias para la conversión de Rusia son que el papa consagrara Rusia al Inmaculado Corazón de María y que los católicos de todo el mundo tomaran la comunión los primeros sábados. Obviamente, ninguna de estas condiciones es, en ningún caso, aceptable para los cristianos ortodoxos, pero para hacer esto más claro, examinemos con más detalle las implicaciones de las dos condiciones.

Reclamaciones papales, ¡otra vez!

El papa, el obispo de Roma, reclama ser el jefe de todos los obispos de la Iglesia cristiana, pero sus reclamaciones van más allá de esto. También se dice que tiene jurisdicción sobre todos los demás obispos, que es el representante especial de Cristo sobre la tierra en los asuntos temporales y religiosos, y que se le garantiza estar libre de error y ser infalible cuando hace pronunciamientos formales en materia de fe o moral. Las declaraciones de los papas mismos hacen esto abundantemente claro. Mientras que los ortodoxos estén dispuestos a reconocer al papa como “el primero entre iguales” entre todos los obispos del mundo en un contexto ortodoxo, rechazan el resto de sus reclamaciones. La visión pedía que él fuera el único en consagrar Rusia al Inmaculado Corazón de María, de este modo aceptando implícitamente sus peticiones, siendo la suprema cabeza de la Iglesia Cristiana.

Los primeros sábados

El significado completo de la Comunión de Reparación de los primeros sábados no se hace claro en las manifestaciones actuales de Fátima, pero la hermana Lucía, la única de los niños que sobrevivió a la edad adulta, proclamaba haber recibido una revelación especial en 1925 que proveía más información sobre los primeros sábados. En realidad, no sólo recibió muchas revelaciones tardías, sino que también tuvo varias manifestaciones tempranas y con un grupo de niños entre 1915 y 1916. En aquel tiempo vieron un ángel, algunas veces llamado el Ángel de la Paz o el Ángel de Portugal, y recibieron la comunión de él una vez (19).

Con ocasión de la revelación de 1925, se dio la llamada “Gran Promesa”; esta promesa establece: “Prometo asistir a la hora de la muerte con las gracias necesarias para la salvación para todos aquellos que, en los primeros sábados de cinco meses consecutivos se confiesen, reciban la Santa Comunión, recen el Rosario, y estén en mi compañía durante quince minutos mientras meditan sobre los quince misterios del Rosario, con la intención de hacer reparación de mí” (20). Esta promesa esclarece la Comunión de Reparación de los primeros sábados que fue mencionada en la tercera visión en julio de 1917.

Ahora, en primer lugar, esta recepción de la comunión en las iglesias católicas romanas es una de las dos condiciones para la conversión de Rusia, pero esto es obviamente inaceptable para los cristianos ortodoxos. Además, la idea de que la Theotokos pudiera dar en el momento de la muerte “todas las gracias necesarias para la salvación” conlleva una enseñanza que es completamente ajena y contraria a la Ortodoxia. La visión de la gracia presentada aquí es la más materialista asociada con las indulgencias, como si la gracia fuera una comodidad que pudiera ser almacenada y distribuida, pero la gracia es una energía increada de Dios que obra en el mundo, no algo que pueda ser repartido por los santos a cambio de nuestras buenas obras.

Nuestra llamada como cristianos es seguir a nuestro Señor Jesucristo en obediencia a Dios en todos los aspectos y momentos de nuestras vidas; esta obediencia, posible sólo con la gracia que procede de una nueva vida en Cristo, y que recibimos en el Bautismo, nos conduce a una nueva relación con Dios. Pensar que alguien pudiera adquirir la salvación de alguien llevando a cabo unas pocas obras piadosas durante cinco sábados consecutivos trivializa la completa vida cristiana y hace una burla de la vida, la muerte y resurrección de nuestro Señor.

De hecho, los primeros sábados son otro ejemplo del paralelismo entre el Inmaculado Corazón de María y el Sagrado Corazón de Jesús. En el siglo XVII, Margarita María Alacoque recibió esta promesa sobre el Sagrado Corazón de Jesús mediante una revelación especial: “En la grandeza de la misericordia de mi Corazón, su poderoso amor daré a todos los que reciban la Comunión durante los primeros viernes de cada mes durante nueve meses consecutivos, la gracia del arrepentimiento completo que no podrá morir bajo mi descontento ni sin recibir los sacramentos, y mi Corazón será su refugio seguro en aquella última hora” (21).

Por tanto, ¿qué era Fátima?

Habiendo considerado los hechos de Fátima y las doctrinas que presentan desde un punto de vista ortodoxo, ahora debemos pensar sobre el sentido oculto de estas. Desde el principio, la Iglesia cristiana ha sido opuesta por el espíritu del anticristo, que ha intentado distorsionar nuestro entendimiento de Dios y su Hijo para que pudiéramos desviarnos de la verdadera adoración y caer en el engaño satánico. Sus caminos han sido variados, pero todo ha tenido el fin de distraer a los hombres de su búsqueda y acercamiento a Dios. Las doctrinas presentadas en Fátima han sido rechazadas por la Iglesia Ortodoxa como perversiones de la Fe, conduciendo a la idolatría y a la actitud carnal de la vida cristiana y la salvación.

Fátima es, en general, una parte de una secuencia de revelaciones especiales y apariciones en los últimos 150 años que han tendido a reafirmar un conjunto de doctrinas a las que la Iglesia Ortodoxa siempre ha opuesto como distorsionadas y, en algunos casos, tendiendo a exaltar a la Theotokos a idolátrica y cercana igualdad con Dios. Estas han incluido:

Catherine Laboure. En 1830 recibió una revelación especial sobre un patrón para la llamada Medalla Milagrosa. Esta medalla incluye un apoyo para la doctrina de la Inmaculada Concepción de María y para su Inmaculado corazón.

La visión en Lasalette, en 1846, cuando María supuestamente se apareció a dos niños, un niño de 11 años y una niña de 15, y les advirtió de que era apenas capaz de contener la ira de Cristo para castigar a Francia severamente.

Bernadette Soubirous. En 1858 las visiones en Lourdes promovieron la Inmaculada Concepción de María. Bernadette tenía 14 años en aquel tiempo.

Pontmain. En 1871 María supuestamente se apareció a cuatro niños de entre 10 y 12 años.

Beauraing. En 1932-33, una niña de 12 años tuvo visiones similares de María.

Medjugorje. Desde 1981 hasta el tiempo presente, seis niños, inicialmente entre 11 y 17 años, tuvieron visiones diarias de María. Estas visiones han enseñado el uso del Rosario, la existencia del Purgatorio, y han alentado el ecumenismo (“… todas las fes son agradables a Dios”). Debería señalarse que la jerarquía católica romana local rechazó estas visiones y las consideró un engaño.

Una interesante observación sobre estas visiones excepto por la primera es que todas ocurrieron a niños en edad de pubertad. Curiosamente, se ha observado que los fenómenos poltergeist ocurren muy comúnmente con niños de la misma edad. Parece como si hubiera algo en la vida espiritual de los niños, especialmente las niñas, en esta edad que los haga víctimas fáciles de los ataques demoníacos y el engaño. En 1987 una estatua de plástico de la Virgen María empezó a exudar aceite, pero solo en presencia de una niña árabe de unos 10 años. Por supuesto, el hecho de que una estatua estuviera envuelta hace esto una inaceptable falsedad para los cristianos ortodoxos, ya que se nos prohíbe el uso de estatuas en ningún caso.

El sentido real de Fátima

Para los cristianos ortodoxos Fátima era un poderoso ataque particular sobre la Iglesia Ortodoxa, ya que introdujo el tema de la conversión de Rusia, llamando de esta manera a muchos cristianos ortodoxos rusos, afligidos por la esclavitud de su patria. Pero es absolutamente imposible separar las “profecías” sobre Rusia del contexto total de las visiones. El propósito de Fátima era presentar un refuerzo a un gran número de doctrinas distintivamente católicas romanas que son absolutamente extrañas y ajenas a la Iglesia Ortodoxa.

En los hechos de Fátima vemos una vez más una manifestación del profundo error que ha sido repetido a lo largo de la historia cristiana: la confusión de las experiencias “religiosas” con la Divina Revelación. Muchas visiones y profecías han aparecido a lo largo de la historia en todas las religiones; en algunos casos las profecías han sido verdad, las visiones han cumplido milagros y curaciones. Pero estas profecías y milagros no testifican la verdad de las doctrinas enseñadas en estas experiencias, ya que a menudo proceden de una acción demoníaca. Las Escrituras nos enseñan claramente que cualquier profecía o visión debe ser evaluada sobre la base de la doctrina que se enseña:

“Si se levantare en medio de ti un profeta, o un soñador e sueños, que te anuncia una señal o un prodigio, aunque se cumpliere la señal o prodigio de que te habló, diciendo: ‘Vamos tras otros dioses, que tú no conoces, y sirvámoslos’, no escucharás las palabras de ese profeta o de ese soñador de sueños porque os prueba el Señor, vuestro Dios, para saber si amáis al Señor, vuestro Dios, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma . Id en pos del Señor, vuestro Dios; a Él habéis de temer; guardad sus mandamientos; escuchad su voz, servidle y allegaos a Él. Ese profeta, o ese soñador de sueños, será muerto, por haber predicado rebelión contra el Señor, vuestro Dios, que os sacó de Egipto y te rescató de la casa de la servidumbre, para apartarte del camino por donde el Señor, tu Dios, te ha mandado que andes. Así extirparás el mal de en medio de ti” (Deuteronomio 13:1-5).

Debemos tener cuidado de cualquiera que proclame hablar en Nombre de Dios, incluso si es un santo o un ángel, como nos enseña el apóstol Pablo:

“Pero, aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo os predicase un Evangelio distinto del que os hemos anunciado sea anatema. Lo dijimos ya, y ahora vuelvo a decirlo: Si alguno os predica un Evangelio distinto del que recibisteis, sea anatema” (Gálatas 1:8-9).

De forma similar, los santos padres nos enseñan a desconfiar de todas las visiones y milagros. Así, San Diádoco dice:

Si la luz o alguna forma de fuego debiera ser visto por alguien que persigue el camino espiritual, no debería de ningún modo aceptar tal visión: es un engaño evidente del enemigo. De hecho, muchos han tenido esta experiencia y, en su ignorancia, se han desviado del camino de la verdad. Nosotros mismos sabemos, sin embargo, que mientras moremos en este cuerpo corruptible “vivimos ausentes del Señor” (2ª Corintios 5:6), es decir, sabemos que no podemos ver visiblemente ni a Dios mismo o cualquiera de sus milagros celestiales” Filocalía, Vol. 1, Londres, 1979, pp. 263-264.

San Pedro de Damasco amplia además esta enseñanza:

Cuando el maligno vio a Cristo descender en su extrema bondad a los santos mártires y venerables padres, apareciendo por sí mismo o por medio de ángeles en alguna otra inefable forma, empezó a fabricar numerosos engaños para destruir a la gente. Por medio de esto, los padres, en su discriminación, escribieron que ninguno debería atender a tales manifestaciones diabólicas, aunque fueran imágenes, o luz, o fuego, o cualquier otra forma engañosa… Si aceptamos tal engaño (el maligno) hace que la mente, en su absoluta ignorancia y arrogancia, represente diversas formas o colores para que pensemos que esto es una manifestación de Dios o de un ángel. A menudo en el sueño, o cuando nuestros sentidos están despiertos, nos muestra demonios que son aparentemente derrotados. En resumen, hace todo lo que puede para destruirnos haciéndonos sucumbir a estos engaños” Filocalía, Vol. 3, p. 81.

En cualquier ocasión que hagamos de las “experiencias religiosas” emocionales o varios signos o milagros el criterio de nuestra fe, de este modo abriremos las puertas a toda clase de engaño. Si esto es el estándar de nuestra fe, debemos reconocer la validez de cualquier experiencia de la que alguien obtenga una sensación “religiosa”: el antiguo ritual de prostitución en los templos paganos, el frenético culto de Baco, los derviches musulmanes y los seguidores del Ayatollah Jomeini y sus sucesores. Ya no podemos distinguir entre la verdad de Dios y los errores del maligno. Pero, de hecho, todas las experiencias religiosas deben ser probadas de acuerdo con la fe ortodoxa antes de que puedan ser aceptadas como genuinas de Dios. La fe ortodoxa es el criterio objetivo que nos permite separar las verdaderas experiencias de Dios de los engaños del maligno. Todas nuestras experiencias religiosas deben ser verificadas por la fe; la fe no es probada por ellas.

Notas

1. “Los católicos formaron un pequeño seminario ecuménico en Leningrado… De nuestros amigos católicos supimos por primera vez sobre la aparición de la Theotokos en Fátima y lo que había dicho allí sobre Rusia”. Hablar sobre Dios es peligroso, Nueva York, 1987, pp. 52-53. Ver también p. 103.

2. Carol, M. P. El culto de la Virgen María, Princeton, 1986, p. 177.

3. Kondor, Louis, ed. Fátima en las propias palabras de Lucía, Cambridge, Mass, 1963, p. 165.

4. Ibíd., p. 172. En general, sólo Lucía vio a Nuestra Señora de los Dolores y a Nuestra Señora del Carmelo en octubre. Los niños no siempre vieron las mismas cosas al mismo tiempo y Francisco a menudo no escuchaba las palabras de la aparición. Cf. Carroll, op. cit., p. 127.

5. Ibid., p. 163.

6. Ver Prestige, G. L. Padres y Herejes, Londres, 1963, pp. 180-207 para una discusión sobre este desarrollo.

7. Una tendencia similar para una devoción directa de varias “partes” del Señor Jesucristo, es decir, Su alma, manos, rostro, desarrollada en la primera mitad del siglo XX, fue probada por Roma misma como dañina. Cf. Prestige, op. cit. p. 200.

8. Contra los antidicomarianitas, Migne, PG 42, 736 B, CD. Cf., también San Juan Damasceno, Sobre las herejías, Nueva York, 1958, p. 131.

9. McGrath, Rt. Rev. William C. Fátima o suicidio mundial, Scarboro, Ontario, Canadá, 1950, p. 36.

10. Kondor, op. cit. p. 167.

11. Barthas, C. C. Nuestra Señora de la Luz, p. 14.

12. Kondor, op. cit., p. 165.

13. Ibid., p. 161.

14. McGrath, op. cit. p. 136.

15. Filocalía, Vol. 3, Londres, 1984, p. 200.

16. Carroll, op. cit., p. 136.

17. Schweigel, G.M., Fatima e la Conversione Della Russia, Roma, 1957, p. 10.

18. Kondor, op. cit. p. 167.

19. Ibid., pp. 154-158.

20. McGrath, op. cit. pp. 90-91.

21. Attwater, D., Diccionario católico, New York, 1941, p. 363.

Traducido por P.A.B



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