Parte I: Fundando una familia
Capítulo 1: Para una familia armoniosa.
Un buen comienzo para la vida familiar
– “Padre, cierto joven que eligió la vida matrimonial me preguntó como comenzarla apropiadamente”.
– En primer lugar, debe intentar encontrar una buena mujer que le conforte, pues la gente es relajada y encuentra confort de forma diferente con diferentes personas. No debería intentar buscar a alguien que fuera rica o hermosa, sino por encima de todo, sencilla y humilde. En otras palabras, debería poner mucha atención en el interior en vez de en la belleza exterior. Cuando una mujer es una persona positiva y capaz de entenderse con los hombres, sin tener más carácter femenino que el necesario, esto ayuda en gran medida al hombre a encontrar el entendimiento inmediato y no una multitud de dolores de cabeza. Si también tiene temor de Dios y humildad, entonces son capaces de unir sus manos y atravesar el flujo maligno de este mundo.
Si el joven está considerando seriamente a cierta mujer como esposa, pienso que es mejor que primero de a conocer sus intenciones a los padres de ella por medio de uno de sus parientes y después podrá hablar de ello con la joven y sus padres. Más tarde, si dan su aprobación y los dos se comprometen (y es mejor que el compromiso no se prolongue demasiado tiempo), él debería esforzarse, durante el tiempo que transcurra hasta el matrimonio, por verla como su hermana y respetarla. Si ambos luchan con “philotimo” y guardan su virginidad, entonces, en el Misterio del matrimonio, cuando el sacerdote los corone, tendrán abundancia de la gracia de Dios. Pues, como dice San Juan Crisóstomo, las coronas son símbolo de victoria contra los placeres (1).
Así, tanto como sea posible, deben esforzarse por cultivar la virtud del amor y siempre permanecer los dos unidos, con un Tercero, nuestro dulcísimo Señor Jesucristo. Naturalmente, en un principio, mientras están unidos y se conocen el uno al otro, tendrán ciertas dificultades. Esto sucede con cada nuevo principio. Justo ayer vi a un polluelo. Había salido a buscar comida y sólo podía volar un centímetro por encima del suelo. El pobre no sabía cómo cazar insectos y tardó una hora en intentar coger sólo un insecto para comérselo. Mientras lo miraba, pensé cuán difíciles son los comienzos. Cuando un estudiante recibe finalmente su diploma y comienza a trabajar, el inicio es difícil. Un novicio, en el monasterio, también tienes dificultades en el principio. Un joven, cuando se casa, también en el principio se encuentra con dificultades.
– “Padre, ¿importa si una mujer es mayor que el hombre?
– No hay ningún canon en la Iglesia que diga que si una mujer es dos, tres o incluso cinco años mayor que un hombre joven, no puedan casarse.
La armonía de Dios está en el interior de una gran diversidad de personalidades
Un día, un hombre vino a mi celda y me dijo que estaba muy preocupado porque no tenía la misma opinión que su esposa. Sin embargo, vi que no había nada serio entre ellos. Él sólo tenía algunos problemillas, y su esposa igual, y no podían hacerles frente. Necesitaban pulirlos. Toma dos tablas de madera antes de lijarlas. Una tiene un nudo aquí, la otra tiene un nudo allí; si se intenta unir las tablas, queda un espacio vacío entre ellas. Sin embargo, si pulimos a una un poco por aquí y a la otra un poco por allí, usando la misma herramienta, se unen perfectamente (2).
Algunos hombres me dicen: “No coincido con mi esposa; tenemos personalidades opuestas. Ella tiene un temperamento, y yo tengo otro. ¿Cómo puede Dios hacer cosas tan extrañas? ¿No pudo haber dispuesto un par de características para que las parejas estuvieran igualadas, y fueran capaces de vivir más espiritualmente?”. Yo les digo: “¿No entiendes que la armonía de Dios está oculta dentro de una gran diversidad de personalidades? Diferentes temperamentos normalmente crean la armonía. ¡Ay, si tuvierais las mismas personalidades! Piensa qué habría pasado si, por ejemplo, ambos os enfadarais fácilmente: destruiríais vuestro hogar. O, considera si ambos tuvierais temperamentos tranquilos: ¡os dormiríais de pie! Si fuerais avaros quizá os llevaríais bien, pero terminaríais en el infierno. Del mismo modo, si los dos fuerais generosos, ¿seríais capaces de mantener vuestra casa? No. Todo se dispersaría y vuestros hijos tendrían que irse a la calle. Si un niño malcriado se casa con otro niño malcriado, entre ellos se llevarán bien, ¿verdad? Pero, un día, alguien terminará con ellos. Por esta razón Dios lo dispone todo para que una buena persona se case con una persona malcriada y caprichosa, para que esta última pueda ser ayudada. Puede ser que él o ella tengan una buena disposición, pero nunca fueron instruidos correctamente en su juventud”.
Las pequeñas diferencias en los caracteres o personalidades de los esposos normalmente ayudan a las parejas a crear una armonía familiar, pues uno complementa al otro. En un coche, es necesario utilizar el pedal del acelerador para ir hacia delante, pero también el pedal del freno para detenerlo. Si el coche solo tuviera frenos, no iría a ninguna parte, y si sólo tuviera engranajes, no sería capaz de detenerse. ¿Sabes lo que le dije a una pareja? “Puesto que sois similares, no coincidís”. Ambos son sensibles. Si sucede algo en el hogar, ambos se pierden y comienzan a suspirar. Uno dice: ¡Ay, cuánto sufrimos!, y el otro dice: “Ay, cuánto sufrimos!. En otras palabras, uno hace que el otro pierda más la esperanza. Tampoco es capaz de consolar al otro un poco, diciéndole: “Tranquilízate, nuestra situación no es tan grave”. He visto esto en muchas parejas.
Cuando los esposos tienen diferentes personalidades esto les ayuda aún más en la educación de los hijos. Un cónyuge quiere poner un poco de freno, pero el otro dice: “Dale a los niños un poco de libertad”. Si ambos son prepotentes, perderán a sus hijos. Sin embargo, si los dejan obrar por su cuenta, nuevamente se perderán. Por lo tanto, cuando los padres tienen diferentes personalidades, los niños disfrutan de cierta estabilidad.
Lo que estoy tratando de decir es que todo es necesario. Naturalmente una de las peculiaridades de la personalidad no debe traspasar sus límites. Cada cónyuge debe ayudar al otro a su propia manera. Si comes muchos dulces, también querrás comer algo un poco salado. O si comes, digamos, muchas uvas, querrás un poco de queso para contrarrestar la dulzura. Los vegetales, si son amargos, no se comen. Pero un poco de amargura ayuda, como también lo hace un poco de acidez. Sin embargo, algunas personas son así: Si alguien es agrio, dice: “Que todos sean agrios como yo”. Y el que es amargo dice: “Que todos sean amargos”. Del mismo modo, los que son salados, dicen: “Todo el mundo debe ser salado”. Los puentes no están construidos así.
Parte IV: Vida espiritual
Capítulo I: Vida espiritual en la familia
La práctica de la virtud en la familia
-Padre, ¿cómo puede un marido ser experto en las virtudes?
-Dios le dará oportunidades. Sin embargo, muchos hombres, tras haber pedido a Dios que les conceda oportunidades para practicar la virtud, se quejan cuando se enfrentan con alguna dificultad. Por ejemplo, algunas veces el Buen Dios, en su amorosa bondad, y para proveer la práctica en la humildad y la paciencia, quitará su gracia de la mujer, y ella empezará a actuar de forma extravagante y tratará al marido de forma muy desconsiderada. Entonces, el marido no debería quejarse, sino regocijarse y dar gracias a Dios por la oportunidad de luchar con lo que Él le ha dado. O, una madre pide a Dios que le conceda la paciencia. Su hijo pequeño viene entonces a ella, y tan pronto como pone la mesa para cenar, él tira el mantel y todo se cae al suelo. En esos momentos, es como si el niño le estuviera diciendo a su madre: “¡Mamá, se paciente!”.
En general, las dificultades que existen hoy en el mundo fuerzan a los que desean vivir un poco la vida espiritual a ser vigilantes. Del mismo modo que, ¡y que Dios nos proteja!, en una guerra la gente está en un estado vigilante, veo que sucede lo mismo ahora con quien se esfuerza por vivir espiritualmente. ¡Mira cuánto sufrimiento tienen los pobres hijos que están cerca de la Iglesia! Pero la guerra, que existe a causa del terrible entorno en el que vivimos, les ayuda, de alguna forma, a estar alerta. En tiempos de paz, cuando no hay dificultades, ves a la mayoría de la gente relajada. Sin embargo, deberían utilizar tal serenidad para el crecimiento espiritual, para eliminar sus defectos y cultivar las virtudes.
El silencio ayuda grandemente en la vida espiritual. Es bueno para alguien practicar el silencio durante una hora diaria: probarse a sí mismo, reconocer sus pasiones y luchar para eliminarlas y purificar su corazón. Sería muy bueno si hubiera una habitación tranquila en la casa que les hiciera sentirse como en una celda monástica. Allí, “en lo secreto” (4), es capaz de hacer su mantenimiento espiritual, su estudio y oración. También ayuda mucho un pequeño estudio espiritual hecho antes de la oración. El alma se enardece y la mente se traslada al reino espiritual. Por eso, cuando una persona tiene muchas distracciones durante el día, debería alegrarse de poder dedicar diez minutos a la oración, o incluso dos minutos a la lectura, con el fin de ahuyentar las distracciones.
-Padre, ¿no es esto quizá demasiado difícil para alguien que vive en el mundo?
-No, hay laicos que viven muy espiritualmente, incluso como ascetas, con su ayuno, con sus oficios, sus komboskinis, sus postraciones, incluso con hijos y nietos. Los domingos van a la iglesia, reciben la Santa Comunión, y vuelven a sus casas nuevamente, a sus celdas, como los ermitas que van al kyriakon (5) los domingos, y luego guardan silencio en sus celdas. ¡Gloria a Dios! Hay muchas de estas almas en el mundo. Como prueba, sé de cierto hombre de familia que hace la oración de Jesús sin cesar, donde quiera que esté, y llora constantemente en la oración. Su oración se ha hecho muy activa, y sus lágrimas son sinceras y dulces; son lágrimas de regocijo divino. También recuerdo a cierto trabajador de la Santa Montaña (su nombre era Yanni) que trabajaba muy duro, haciendo el trabajo de dos hombres. Le aconsejé empezar a decir la oración de Jesús mientras trabajaba, y poco a poco se acostumbró a ella. Vino a mí una vez y me dijo que sentía un gran gozo cuando decía la oración. “El amanecer está despuntando”, le dije. Poco después me enteré de que había sido asesinado por dos borrachos. ¡Cuánto me entristecí! Unos días más tarde, un monje buscaba una herramienta, pero no podía encontrarla porque Yanni la había dejado por alguna parte. Aquella tarde Yanni se le apareció en un sueño y le dijo dónde la había dejado. Había alcanzado tal estado espiritual que se le permitió ayudar a otros desde la vida del más allá.
¡Cuán simple es la vida espiritual! Si alguien ama a Dios, si reconoce su gran Sacrificio y beneficios y si se esfuerza a sí mismo con discernimiento por imitar a los santos, pronto se hará santo. Alcanzará la humildad y la comprensión de su propia miseria y su gran ingratitud hacia Dios.
La oración en la familia
-Padre, ¿debería hacer toda la familia junta las completas por la tarde? (6)
-Los miembros más mayores de la familia deberían motivar a los más jóvenes con su solemnidad. Deberían hacer completas y decir a los hijos pequeños: “Si quieres, quédate un rato”. Cuando los niños son un poco más grandes, podrían tener una regla; por ejemplo, quince minutos para los más mayores, y de dos a cinco minutos para los más pequeños, y tras esta regla, pues que permanezcan tanto como quieran. Si los padres les hacen quedarse durante todas las completas, se resentirán. Los padres no deberían presionar a sus hijos porque aún no entienden el poder y el valor de la oración. Se podría decir que los padres son capaces de comer alubias y carne: comida fuerte. Pero cuando un niño pequeño aún toma leche, ¿deberían decirle que comiera carne porque es fortalecedora? Quizá sea más fortalecedora, pero el pobre no puede ni siquiera digerirla. Por eso, se empieza a darles pequeños trozos de carne y caldo, y luego así quieren más.
-Padre, algunas veces incluso los adultos están tan cansados por la tarde que son incapaces de hacer las completas.
-Cuando los adultos estén muy cansados o enfermos, deben decir aunque sea la mitad de las completas, o por lo menos un “Padre Nuestro”. No deberían evitar por completo la oración. En tiempo de guerra, si alcanzas una colina al final de la noche, rodeado de enemigos, haces algunos disparos para asustar al enemigo, para que no te ataquen. Los adultos deberían también dar algunos tiros para mantener a los demonios alejados.
La oración tiene un gran poder en la familia. Conozco a dos hermanos que no sólo cuidaban de sus padres (pues tenían un gran problema entre ellos) que estaban a punto de separarse, sino que hicieron que se amaran más. Mi padre nos decía: “No sabéis qué vais a hacer; dos veces al día debéis confiar el futuro a Dios, a fin de saber dónde terminará”. Cada mañana y cada tarde rezábamos todos juntos ante los iconos, papá, mamá y los hijos, terminando con una postración ante el icono de Cristo. Cuando surgía algún problema en la familia, rezábamos y se solucionaba. Recuerdo una vez que nuestro hermano menor enfermó y mi padre dijo: “Venid, vayamos a suplicarle a Dios que lo sane o que se lo lleve, para que no tenga que sufrir más”. Oramos juntos y se recuperó.
Incluso en la mesa, todos nos sentábamos juntos. Primero, orábamos, y luego comenzábamos a comer. Si alguien empezaba a comer antes de que la comida fuera bendecida, decíamos: “Fornicaste”. Considerábamos un error caer en tal moderada fornicación. Se destruye una familia si cada persona viene a casa, a la hora que quiera, y come solo sin razón.
Los hijos y la vida espiritual
-Padre, si una madre da aghiasma a su hijo y la escupe, ¿qué debería hacer?
-Debería rezar por su hijo. Quizá la forma en la que da a su hijo el aghiasma le causa una reacción. Pues para que los hijos se conduzcan por el camino de Dios, los padres también deben vivir en rectitud espiritual. Algunos padres que son religiosos, se esfuerzan por ayudar a sus hijos a ser buenos, no porque estén preocupados por la salvación de sus almas, sino porque quieren tener buenos hijos. En otras palabras, están más preocupados por el qué dirá la gente acerca de sus hijos que por el hecho de que sus hijos puedan ir al infierno. Entonces, ¿cómo puede ayudar Dios? El objetivo no es que los hijos vayan a la iglesia por medio de coacción, sino porque aman la iglesia; ni que hagan el bien mediante coacción, sino porque sientan la necesidad de hacer el bien. La vida santa de los padres instruye las almas de sus hijos y estos la siguen de forma natural. En este sentido, crecen piadosamente, tanto con salud del alma como del cuerpo y sin heridas espirituales. Si los padres obligan a sus hijos por temor a Dios, Él les ayuda y el hijo se ve beneficiado. Sin embargo, si lo hacen por egoísmo, entonces Dios no les ayudará. Los hijos a menudo son perturbados a causa del orgullo de sus padres.
-Padre, algunas madres nos preguntan: ¿qué oración debe hacer un niño de dos o tres años?
-Debéis decirles: “Vosotras sois las madres; ved lo que vuestros hijos pueden afrontar”. Ellos no deberían tener una regla.
-Padre, ¿qué hacer si los niños se cansan cuando sus padres los llevan a las vigilas? (7)
-Durante el Orthos deberían dejarlos salir un poco para descansar, y durante la Divina Liturgia, traerlos de vuelta a la iglesia.
Sin forzar a sus hijos, las madres deben enseñarlos a rezar. Los habitantes de Capadocia (*) vivían intensamente la tradición ascética. Llevaban a sus hijos a las ermitas, hacían postraciones y oraban con lágrimas, y de esta forma, los hijos aprendían cómo rezar. Los Chetas (8) algunas veces iban de noche a robarles, y cuando pasaban por las capillas los escuchaban lamentarse y se detenían sorprendidos. “Muy bien, ¿qué está pasando?”, se decían. “¿Durante el día están todos sonrientes y por la noche lloran?”. No podían entender lo que sucedía.
Se producen milagros por las oraciones de los niños pequeños. Cualquier cosa que piden a Dios, Él se lo concede, porque son cándidos y escucha sus puras oraciones. Recuerdo una vez que nuestros padres fueron al campo y me dejaron en casa con mis dos hermanos menores. De repente se oscureció el cielo y empezó a caer una lluvia torrencial. “¿Qué harán nuestros padres ahora?”, decíamos. “¿Cómo volverán a casa?”. Los dos hermanos menores empezaron a llorar. “Venid aquí”, les decía, “le pediremos a Cristo que detenga la lluvia”. Los tres nos arrodillamos ante los iconos familiares y rezamos. En sólo unos minutos, la lluvia se detuvo.
Los padres deben usar el discernimiento para ayudar a sus hijos a acercarse a Cristo desde su más tierna infancia, y desde esa edad vivir el gozo y la alegría espiritual. Cuando empiezan la escuela deben aprender, poco a poco, a leer libros espirituales para que se ayuden a sí mismos a vivir espiritualmente. De esta forma se convertirán en pequeños ángeles, y sus oraciones tendrán entonces mayor confianza ante Dios. Tales hijos son los cabezas espirituales del hogar. Las vidas de los santos les ayudan especialmente en su vida espiritual. Cuando era pequeño encontré un librito de vidas de santos que se usaba por aquel tiempo. Salí al campo a leer y rezar. Estaba lleno de regocijo. Desde los diez a los dieciséis años, cuando empezó la guerra italo-helena, viví la vida espiritual sin restricción. Las alegrías de la niñez son puras; dejan una huella en la persona que le afecta en gran medida cuando crece. Si los hijos viven espiritualmente, vivirán gozosamente en este vida, y en la próxima se regocijarán eternamente con Cristo.
Tentaciones en los días de fiesta
-Padre, ¿por qué las tentaciones suceden más a menudo en los días de fiesta?
-¿No lo sabes? En los días de fiesta, Cristo, la Theotokos y los santos están alegres. Se acercan a la gente, dándoles bendiciones y dones espirituales. Si los padres dan regalos cuando sus hijos celebran el día de su santo patrón y los reyes liberan a los prisioneros cuando nace un príncipe, ¿por qué no deberían los santos cuidar de nosotros en ocasiones especiales? Ciertamente el regocijo que otorgan perdura mucho tiempo, y nuestras almas son ayudadas en gran medida. Sabiendo esto, el maligno crea tentaciones para privar a la gente de los dones divinos; pues este ni goza ni se beneficia de la fiesta. A veces incluso podéis ver a una familia preparándose para estar unida en un día de fiesta, pero el maligno les envía alguna tentación para que peleen, y entonces no sólo no están unidos, sino que ni siquiera van a la iglesia. Así es como el maligno obra, para que sean privados de toda ayuda divina.
Lo mismo podemos verlo en nuestra propia vida monástica. Muchas veces el maligno (tentador como es, porque conoce por experiencia que seremos espiritualmente ayudados en algunas fiestas), creará, empezando en la víspera de la fiesta, una atmósfera de tentación. Por ejemplo, podría hacer que nos peleáramos con otro hermano, y después atormentarnos con el fin de dominarnos tanto espiritual como corporalmente. De este modo, no nos permite beneficiarnos de la fiesta, con su ambiente de doxología alegre. Pero el buen Dios nos ayuda cuando ve que no le damos ocasión, sino que esto sucede por envidia del maligno. Y así, Dios nos ayuda aún más cuando nos humillamos más humildemente, sin culpar a nuestro hermano, ni siquiera al maligno, que odia todo lo bueno. Pues el trabajo del maligno es el siguiente: crear escándalos y difundir la maldad en el hombre, mientras que el hombre, como imagen de Dios, debería extender la paz y la bondad.
Capítulo II: Trabajo y vida espiritual
El trabajo es una bendición
-Padre, en los días antiguos solían decir: “Mejor es desgastar los zapatos que las mantas”. ¿Qué querían decir?
-Querían decir: “Mejor es desgastar los zapatos trabajando que permanecer en la cama siendo perezoso”. El trabajo es una bendición, un don de Dios. Da energía al cuerpo, refresca el “nous”. Si Dios no nos hubiera dado el trabajo, el hombre se habría vuelto ocioso. Los trabajadores duros no se detienen incluso en la vejez. Si paran de trabajar mientras aún tienen fuerza, terminan sufriendo una depresión; esta es la muerte para ellos. Recuerdo un ancianito en Konitsa, de casi noventa años de edad, que trabajaba continuamente. Finalmente murió en el campo, a dos horas de su casa.
Además, el estado de confort corporal que algunos buscan, nunca es permanente. Pueden olvidar su estrés durante un momento, durante su comida, su relax, su baño, su tiempo libre. Pero, tan pronto como esto acaba, buscan una nueva forma de confort. Están constantemente ansiosos porque todo les deja con ganas de más; sienten un vacío, y buscan llenar sus almas. Sin embargo, el que no se cansa de su trabajo, tiene un constante gozo espiritual.
-Padre, ¿qué sucede si se tiene problemas de espalda, y no se es capaz de hacer cualquier tipo de trabajo?
-Bien, pero ¿no necesita la espalda ejercicio? ¿No trabaja para que se ejercite con su ayuda? Escucha lo que te digo: “Si alguien come, bebe, y duerme pero no trabaja, empieza a entumecerse; quiere dormir siempre porque su cuerpo y sus nervios se aflojan. Poco a poco llega al punto en el que no puede hacer nada. Cuando anda un poco, se cansa enseguida. En cambio, si trabaja un poco y se mueve, sus manos y sus pies se vuelven fuertes. Ten en cuenta que los amantes del trabajo no duermen mucho, y que no duermen por la fatiga; podría no dormir durante un tiempo, incluso manteniendo así su fuerza: el trabajo los ha hecho veteranos, y se han vuelvo fuertes corporalmente.
Especialmente para una persona joven, el trabajo es salud. He observado que algunos niños mimados se vuelven duros y experimentados cuando van al servicio militar. Esto es bueno para ellos. Naturalmente, esto sucedía mucho más en los días pasados. Hoy en día tienen miedo a convertirse en soldados, porque con tensión, las venas se contraen y sufren shocks nerviosos. Yo digo a los padres que paguen a alguien para que permitan a sus hijos trabajar para ellos, para promover su salud, y esto sirve para darles un trabajo que les guste, para que puedan aprender a disfrutar del trabajo en general. Pues, un joven que es enérgico, también tiene cerebro, y si no trabaja se volverá perezoso. Por supuesto, cuando ve a otros tener éxito, se confunde por su egoísmo y no puede obtener placer de nada. Constantemente tiene pensamientos turbulentos y su mente está confusa. Más tarde, el maligno acude a él y le dice: “¡Perdedor! ¡No eres bueno para nada! Este y aquel se han convertido en maestros, y aquel otro tiene su propio negocio, del cual obtiene mucho dinero, pero ¿dónde acabarás tú?”. Esto le hace sentirse desesperado. Sin embargo, si hubiera trabajado, habría adquirido confianza en sí mismo, en el buen sentido de la palabra. Se daría cuenta de que es capaz de arreglárselas, y su mente estaría ocupada en su trabajo y se liberaría de pensamientos perturbadores. Esta es la forma de que todos ganen.
Notas
(*) OCIC. Ed: Leer sobre la vida de estos piadosos capadocios en “El anciano Jerónimo de Egina”, por Peter Botsis (Boston, MA: Holy Transfiguration Monastery, 2007)
1. “Las coronas se ponen como costumbre en las cabezas de los novios, como un símbolo de victoria, anunciando que se acerca la bendición (del matrimonio), que no ha sido conquistada por el placer”. San Juan Crisóstomo, Comentario a la Primera Carta a Timoteo, Homilía IV, PG 62, 546.
2. El padre Paisios quiere decir que este trabajo se hace por parte del padre espiritual y es efectivo, sólo mientras los dos esposos tienen el mismo padre espiritual, para que el “lijado” se haga con la misma herramienta.
3. Obviamente, el padre está usando una metáfora: “Los puentes (es decir, las relaciones)”.
4. San Mateo 6:4
5. La principal iglesia de una skete, en la que los ascetas de las celdas cercanas se reúnen los domingos y los días de fiesta para los servicios comunes. El nombre “kyriakon”, se deriva de la palabra griega para el domingo, “Kyriaki”.
6. Hay una tradición en Grecia de las familias piadosas, de hacer las completas juntos cada tarde.
7. Esto fue preguntado al padre del monasterio de mujeres, por una de sus monjas.
8. Los “chetas”, principalmente de ascendencia turca y kurda, fueron hordas de criminales que se organizaban en bandas sueltas, como “escuadrones de la muerte”, en el ejército otomano. Fueron estos los que dirigieron el ataque en el genocidio armenio y el intercambio de población griega se hizo conocido como “sin misericordia y sedientos de sangre, bandidos despiadados cuyo gozo principal era escuchar las voces de grito de las mujeres violadas, de los niños y el asesinato de cristianos”.
Del libro “Vida familiar”, por el padre Paisios el Athonita (Souroti, Grecia: Sagrado Hesicasterion de San Juan el Evangelista, 2002).
Traducido por P.A.B
Categorías:familia ortodoxa, Staretz Paisios del Monte Athos
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