Los orígenes del islam. Parte 2/2

III – El Islam, un retorno coránico al Antiguo Testamento en la escuela de los Rabinos

Mientras en el Nuevo Testamento, Cristo revela los sublimes misterios de la Trinidad, la Encarnación y la Redención, el Islam, por su parte -siete siglos después de la aparición del cristianismo-, niega y rechaza todos estos Misterios. Esto representa con respecto al Islam un retorno evidente al Antiguo Testamento como si Cristo no se hubiese manifestado.

El monoteísmo coránico rotundamente expresado en la fórmula «No hay más Dios que Dios» (la ilaha illa Allah), repite al pie de la letra los términos del Salmo 18 (17),72 («¿Quién es Dios fuera del Señor?»). Este estribillo forma la primera parte de la profesión de fe musulmana -repetida en la oración cinco veces al día- reproduce el famoso «escucha, Israel» del Deuteronomio 6,4 que todo judío pío debe recitar dos veces al día. Contrariamente al Antiguo Testamento que por una parte ignora la existencia del cristianismo (posterior al judaísmo) y que aunque de manera confusa se abre a la Trinidad, el Corán se opone rotundamente a lo que se imagina que constituye la Trinidad cristiana.

Afirmando un monoteísmo cerrado y agresivo, el libro sagrado del Islam se empeña en criticar y condena «trinidades» que en modo alguno corresponden a nuestro dogma de la Santísima Trinidad que es Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo). El Corán imagina (S.5,116) que el Cristianismo profesa la fe en la divinidad de Jesús y en su Madre la Virgen María. Elías Al-Murr es del parecer que el Corán hace alusión a una herejía judeo-cristiana la cual retenía al espíritu Santo como «la Madre de Jesús», siendo el término espíritu» (ruah, ruh) de género femenino en hebreo y en arameo. El Corán condena en estos pasajes lo que imagina ser la Trinidad cristiana entendiendo erróneamente el concepto como si Dios fuera uno entre tres (S.5,73).

Verdad es que el Islam reconoce a Jesús como Palabra de Dios (Suras 4,171,169;3,40) pero ciertamente esto no en sentido de Verbo Divino. Lo entiende más bien como el fruto de la voluntad creadora de Dios como en el caso de Adán creado sin padre ni madre. Así Jesús, nacido de María sin el concurso de un padre humano, es parangonado a Adán, porque fue fruto como Él, de una «palabra» de Dios. Es interesante notar que el Islam, al igual que ciertas sectas judeo-cristianas, identifica al Espíritu Santo con el Ángel Gabriel.

Como el Judaísmo, el Islam acepta los sacrificios de animales. En la fiesta musulmana del «Sacrificio» (`is al-Adha), los creyentes musulmanes inmolan corderos que representan al carnero (Gn. 22,13) que Abraham sacrificó en lugar de su hijo Isaac (Ismael, según los musulmanes). El Islam rechaza el misterio cristiano de la Redención, en la sangre de Jesús -Cordero, Sacerdote, Salvador-. El Judaísmo espera todavía un «mashiah» (Mesías) pero desconoce el concepto de la humillación en el Mesías. El Islam condivide esta posición.

El Corán se inspira en el Judaísmo en su aversión a la Cruz. Para el uno como para el otro, este patíbulo era un instrumento de escarnio y locura, tal como lo describe San Pablo en la primera carta a los Corintios (1,17 ss.).

Una objeción engañosa se expresa tal como sigue: «En modo alguno se puede atribuir el Islam a una iniciativa hebrea, ya que, contrariamente al Judaísmo post-bíblico, el Islam reconoce a Jesús como Hijo de Dios y como Mesías.

A esto respondemos: El Islam niega todo lo que está relacionado con el misterio de Cristo: Su Naturaleza divina, la Encarnación y la Redención, la Crucifixión y la Resurrección, por más que reconoce que Jesús está «Vivo junto a Dios». Pero, dado que el Islam atribuye a Jesús el haber profetizado la venida de Mahoma (Sura 61,6), el Corán vuelve a tomar -no obstante las apariencias- la misma idea hebrea según la cual «Otro (no Jesús) es «El que tiene que venir» (expresión significativa que designa el futuro Mesías). Así, en realidad, Mahoma sería el Mesías anunciado.

El Corán concuerda con el Judaísmo post-bíblico cuando designa a los secuaces de Cristo con el apelativo de «nazarenos»: en hebreo «nosrim», en árabe «nassara». La posición hebrea se comprende bien: dado que el Judaísmo no reconoce a Jesús de Nazaret como Cristo, el Mesías, lógicamente designa a sus secuaces «nazarenos». El Corán, contrariamente al Judaísmo, afirma que Jesús, Hijo de María, es la Palabra de Dios, el Mesías (en árabe: al-massih). Sin embargo, nunca designa a sus secuaces con el apelativo de «cristianos» sino que los llama «nassara», término que obviamente deriva de «nasirah», la ciudad de Nazaret. El mismo Corán ofrece otra terminología: «Nassara», del verbo «nassara», que quiere decir «auxiliar»: los Apóstoles son «nassara», fueron los auxiliares de Jesús en el cumplimiento de su misión.

Si a alguien no le satisface la interpretación coránica de «nassara» podría poner el acento en otras explicaciones, a saber:

A – «nassara» procedería de «nazoraioi», secta judeo-cristiana, conocida en la Iglesia primitiva.

B – de «nazorio-nosrim», vocablo que designa globalmente a los judeo-cristianos que, no obstante que adoptaban el Evangelio, practicaban también la Ley de Moisés (circuncisión, abluciones rituales, abstención de determinados alimentos…).

Contrariamente al Corán y a los escritos rabínicos, el Antiguo Testamento hebreo abre misteriosamente la puerta a una cierta pluralidad-comunidad en el Dios Único y Uno. En el Libro del Génesis 3,22) se lee: «El Señor Dios dijo: ¡He ahí al hombre, que ha llegado a ser COMO UNO DE NOSOTROS…» ¿Con quién habla Dios? ¡Ciertamente no con los ángeles ni con toda la corte celestial! Dios habla en plural y en singular en Isaías,6,8 («Oí la voz del Señor que decía: ¿A quién ENVIARÉ? ¿Quién irá por NOSOTROS?). El Niño que nacerá será un «dios» (o: Dios) fuerte, el Padre de los siglos», atributos que sólo pertenecen a Dios. En el Libro de los Proverbios, la «sabiduría», (el Verbo) estaba con Dios Creador.

El Corán hace hablar a Allah siempre en el plural mayestático, por ejemplo: «Somos NOSOTROS quienes hemos revelado la Amonestación (el Corán) y somos NOSOTROS sus custodios» (Sura 15,9). Pero cuando Allah habla con Jesús -siempre en el Corán- lo hace en singular (Sura 3,55): «Cuando Dios dijo: «¡Jesús! Voy a llamarte a MÍ, voy a librarte de los que no creen y PONDRÉ, hasta el día de la Resurrección, a los que te siguen por encima de los que no creen».

La negación de la crucifixión de Jesús.

En el Corán, Sura 4,155 (157) se lee: » Y por haber dicho (los judíos): ‘En verdad, hemos dado muerte al Mesías, Jesús, Hijo de María, el Apóstol de Dios, siendo así que no le mataron ni le crucificaron, sino que así les pareció. Los que discrepan acerca de él, (acerca de ello), dudan. No tienen conocimiento de él (no hay certeza de que lo mataron), sino que Dios LO ELEVÓ A SÍ…» Los comentaristas piensan que las apariencias de Jesús se reflejaron en otro individuo, el cual habría sido crucificado en lugar de Él. Es cierto que Mahoma no admitió la crucifixión sino más bien la «ascensión» de Jesús; sin embargo, parece que fue elevado al cielo bajo la forma de un cuerpo terrestre y no de un cuerpo transfigurado y glorioso» (Cf. «El Corán», de Luigi Bonelli, ad. Loc.).

Los nombres de Dios

El Talmud habla de setenta nombres de Dios; los comentaristas del Corán mencionan 99. Uno de ellos es «Rahman», repetición del vocablo talmúdico-arameo «Rahmana». Como lo subraya Geiger, la invocación árabe (coránica) a Dios, en la forma «allahumma», procede del hebreo «Elohim». De hecho, en árabe, el vocativo nunca se forma con la letra «m» final. Por otra parte, la misma palabra «Allah» deriva del vocablo semita «El». En la península arábiga, los judíos fueron los primeros a usar este término para dirigirse a Dios.

Los atributos de Allah mencionados en el Corán son idénticos a los que aparecen en el Antiguo Testamento: Dios «creador de los universos» o «de los mundos» (en árabe «rabb-al-`alamin», es la traducción del hebreo y del arameo «melekh ha `olam» o `almin»); Santo, Eterno, Justo, Misericordioso.

El Haram y el Jihad, guerra santa

Haced la guerra a los infieles paganos, matad a sus hombres, capturad sus mujeres y niños: estos elementos son comunes al «haram» -prohibido-, anatema del Antiguo Testamento, y a las excursiones de Mahoma. Una diferencia, sin embargo: mientras los hebreos quemaban las propiedades pertenecientes a los paganos para evitar toda contaminación, Mahoma – más pragmático – se apropiaba de un quinto del botín, para él, para sus parientes y para los pobres, y permitía a sus soldados adueñarse del resto (Sura 8,41).

La Tierra Prometida

El Corán (Sura 5,20-26) declara que la tierra de Canaán pertenece a los hebreos. No abroga esta disposición ni especifica que la promesa tuviera un valor relativo, condicional o provisorio, contrariamente al Antiguo Testamento que presenta la permanencia en la Tierra Prometida como recompensa de la fidelidad del pueblo hebreo a la Alianza, y contrariamente al Nuevo Testamento donde la «Tierra Prometida» se convierte en el símbolo de una «Patria mejor» (He.2,13-16).

La teocracia judeo-islámica

En la Ley de Moisés, ciertos pecados graves y determinados delitos son castigados con la pena de muerte, por ejemplo, el adulterio, la apostasía, la falta de respeto a los padres, comer o beber sangre…La «Shari`a» (Ley) de Mahoma castiga con la pena capital la apostasía (el Corán ordena: «A quien cambia de religión, ¡matadlo!») y la herejía. Esta pena capital es conocida en el judaísmo rabínico con la expresión «din rodef», literalmente «juicio que persigue al culpable hasta su ejecución”, que corresponde a la expresión árabe «hadr damm» literalmente, «legalización de la efusión de la sangre (del culpable)». Las sentencias pronunciadas por los rabinos y por los jefes religiosos musulmanes se llaman respectivamente en hebreo «pesaq» y en árabe «fatuah».

Por cuanto atañe al adulterio, parece que el Islam ha copiado dos disposiciones hebreas: la lapidación y la flagelación.

La Revelación

El Islam concuerda con el Judaísmo respecto al concepto de la «Torá increada», pues lo mismo dice el Corán. También existe acuerdo sobre el instrumento de la Revelación: la lengua sagrada. Para los hebreos, sobre todo después de su concilio de Yamnia (Yavne), solamente el hebreo constituye la lengua sagrada de la Palabra escrita de Dios. El Islam recoge esta misma idea sosteniendo que el árabe es la lengua sagrada de la revelación escrita en el Corán.

La vida futura

En el Antiguo Testamento, hasta el Libro de Daniel, 12,2-3 («Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán; unos para la vida eterna, otros para la vergüenza y la ignominia perpetua. Los sabios brillarán entonces como el resplandor el firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas por toda la eternidad»), la idea de la vida futura no es clara. El Corán (Suras 55 y 56) describe un paraíso machista sensual. Algunos autores subrayan la similitud de su descripción con la herejía de Cerinto o con una tradición hebrea primitiva.

IV- La ética islámica: un retorno al Antiguo Testamento

Para ser más precisos, conviene notar que la moral musulmana es semejante a las etapas primitivas del Antiguo Testamento, sobrepasadas y superadas ya dentro de la misma Antigua Alianza. Servirá de preciosa ayuda el parangón entre el Discurso de la Montaña de Jesús (Mt. 5-7) con el Judaísmo primitivo, el rabínico y el Corán.

a- Las Bienaventuranzas

-«Dichosos los pobres», encuentra en el Corán la siguiente formulación diametralmente contraria: «Las mujeres, las riquezas y los hijos (varones) son un regalo de Dios y constituye el adorno de la vida presente».

-«Dichosos los mansos, porque ellos heredarán la tierra». Jesús cita el Salmo 37,11. El Corán, en cambio, en la Sura 21,105, sustituye «los mansos» por los «devotos», estrategia muy comprensible en Mahoma jefe de varias guerras y expediciones militares.

-«Dichosos los que trabajan por la paz»:  el Corán ignora esta bienaventuranza.

-«Dichosos los limpios de corazón»: Jesús y la Virgen María son los ejemplos más sublimes, reconocidos por el Corán mismo (Sura 21,91).

b- Moisés legislador, Jesús perfección de la Ley y el Islam regresión.

-El homicidio: Mientras Jesús cumple la Ley Divina proclamada por Moisés que prohíbe matar y añade la prohibición de la ira, raíz y origen del homicidio; Mahoma condena solamente la acción homicida sin desaprobar la ira.

-El adulterio: El Corán se quedó con la condenación mosaica del acto externo. Hay que notar, sin embargo, que el Islam impone a las mujeres llevar el velo, como defensa de la modestia y de la castidad.

-El divorcio de las mujeres: Jesús declara que la práctica mosaica de repudiar las mujeres (Deuteronomio 24,1; Mateo 19,9) tenía su origen no en la voluntad de Dios sino en la dureza del corazón de los hebreos. El Corán constituye una regresión respecto a la permisión mosaica del divorcio porque el repudio islámico puede efectuarse sin un acto escrito, y también porque la mujer que es repudiada tres veces, tiene que casarse con otro si desea volver al primer marido, contrariamente a la ley hebrea (Deuteronomio 24,2).

-El juramento: En el Antiguo Testamento, el Señor, no satisfecho con prohibir el perjurio (Deuteronomio 23,22), prohibe también el uso inútil de Su Nombre santo (Éxodo 20,7). Cristo va más allá y exige la perfección: «No juréis de ninguna manera: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén…Ni por tu cabeza…» El Corán hace un uso constante del nombre de Dios: Mahoma jura por Allah, por su propia vida, por la higuera, el olivo, «este país fiel», por la montaña.

-La ley del talión: «ojo por ojo, diente por diente» (Éxodo 21,24) es copiada por el Corán, Sura 5,45, siete siglos después que Jesús hubiera superado esta norma arcaica, invitando a sus discípulos a presentar también la otra mejilla, lo que equivale a no responder a la ofensa.

-El amor y el odio: Amarás a tu prójimo como a ti mismo: para los hebreos, el prójimo era -y es- el hebreo; para el Corán, son hermanos sólo los creyentes (musulmanes). En el Antiguo Testamento los pasajes a favor de la compasión hacia los enemigos se mezclan con los que incitan al odio y la violencia semejantes a los que se encuentran en el Corán, Suras 9,5; 8,6º; 47,35-36. No hallando en el Corán el precepto explícito, sublime e incómodo «amad a vuestros enemigos», culmen de la caridad, perfección de la Ley, se puede a buen título constatar la drástica regresión islámica también en este tema.

c- La poligamia

Tolerada en el Antiguo Testamento, abolida en el Nuevo, vuelve a ser permitida en el Corán.

d- La paternidad divina, la paternidad y la maternidad humanas.

En el Antiguo Testamento, Dios es reconocido como Padre. Jesús ha utilizado este concepto tan fundamental en el Cristianismo, más aún ha extendido la idea de la Paternidad Divina a todos los pueblos sin distinción contrariamente al pensamiento hebreo extra bíblico que hubiera anhelado monopolizar para Israel sólo la ternura paternal de Dios.

El Corán desconoce e ignora completamente el concepto de Dios Padre, situándose así en una clara inferioridad y una palpable regresión en relación con el Antiguo y Nuevo Testamento.

Mientras el Señor ordena a Adán y Eva que crezcan y se multipliquen para la gloria de Dios y la felicidad del género humano, Mahoma ordena a sus fieles «copularse» para que él pueda enorgullecerse  de ellos, ante las demás naciones, el día de la Resurrección. De este modo perpetúa, quizás, cierta idea rabínica consistente en el proyecto de conquistar el mundo demográficamente.

Algunos ritos y costumbres análogos en el Judaísmo y el Islam

A – Por lo que atañe a la mujer ambos adoptan idéntica praxis: el varón judío, en la oración de la aurora, da gracias a Dios porque no le ha creado mujer; Mahoma declara repetidamente que la mujer tiene menos inteligencia y menos religión que el hombre (Al-Bujari, Haidh, p.6). Al igual que el Talmud, el Corán (Sura 4,3) permite al hombre casarse con cuatro mujeres simultáneamente. El Pentateuco y el Corán están de acuerdo en exigir el testimonio de dos hombres para probar un hecho en el tribunal islámico. El Corán legisla que el testimonio de una mujer, lo mismo que su posición en la herencia, vale la mitad de la del hombre.

Como el Antiguo testamento, el Islam considera como una  impureza los menstruos, también el contacto físico con un cadáver. La sepultura musulmana es como la hebrea: el difunto queda desnudo cubierto con una sábana mortuoria y es enterrado sin caja funeraria.

B – La Circuncisión: Práctica obligatoria en el Antiguo Testamento, es común en el Islam (aunque no está prescrita en el Corán).

C – La orientación (Qibla) para la oración: Los hebreos para orar se orientaban en dirección del templo de Jerusalén (Salmo 5,8; 28 (27), 2). Jesús Cristo enseñó que para que fuera válida nuestra oración era necesario adorar al Padre en espíritu y en verdad (Jn. 4,24), sin embargo el altar de nuestras iglesias mira hacia el Este, en recuerdo, según los Padres del Monte Athos, del paraiso perdido. En sus comienzos, el profeta  Mahoma y los creyentes oraban en dirección de Jerusalén, más tarde la «Qibla», fue cambiada por la Meca. ¿Porqué?

D – La prohibición de tomar alimentos impuros: El Judaísmo y el Islam prohíben comer la carne porcina, mientras que Jesús había ya enseñado que no es lo que entra por la boca lo que contamina al hombre sino más bien lo que de ella sale.

E – La prohibición de la sangre, es decir, la obligación de secar los animales sacrificados antes de comer de sus carnes: prescripción mosaica (Génesis 4,9) , está presente en el Islam. A los cristianos no se nos pide secar los animales de toda sangre, pero se nos prohibe comer sangre preparada de cualquier manera, como se refleja en el Nuevo Testamento (He. 15,28-29) y en las reglas 67 del VI Concilio Ecuménico y 2 Gangra, además del canon 63 de las reglas apostólicas


1 Como Geiger, Katsch y quizás también Sidersky.

2 Como Elías Al-Murr, Yusef Durra Al-Haddad.

3 En su obra «El origen de las leyendas musulmanas en el Talmud.

4 En Judaism and Islam

5 En su famoso artículo «Was Muhammad hat auf dem Judenthume Genommen».

Fuente: artículo original en la web ive.org bajo el título «La estrella de David y la media luna»



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