El santo profeta Miqueas
Miqueas era de la tribu de Judá y de la aldea de Moréset por lo que es llamado el “moresita”. Era contemporáneo de los profetas Isaías, Amós, Oseas, y de los reyes judíos Jotam, Acaz y Ezequías. Miqueas reprendió los vicios de su pueblo y también a los falsos profetas que profetizaban “vino y bebida embriagante” (Miqueas 2:11). Predijo la destrucción de Samaria, y también predijo la destrucción de Jerusalén, que sobrevendría porque sus líderes aceptaban sobornos, los sacerdotes enseñaban a cambio de ganancias y sus profetas predecían la fortuna por dinero. “Por eso, por culpa vuestra, Sión será arada como un campo; Jerusalén será un montón de escombros” (Miqueas 3:12). Pero, de todas estas profecías, la más importante es la del Mesías, especialmente el lugar de su nacimiento. Mencionó a Belén como el lugar de nacimiento del Mesías, “cuyos orígenes son desde los tiempos antiguos, desde los días de la eternidad” (Miqueas 5:2). No se conoce exactamente el lugar donde este profeta fue asesinado por judíos o si murió de forma pacífica. “Miqueas de Moréset, que profetizaba en tiempo de Ezequías, rey de Judá, habló a todo el pueblo de Judá, diciendo: ‘Así dice el Señor de los Ejércitos: Sión será arada como un campo, y Jerusalén vendrá a ser un montón de escombros, y la colina del Templo un monte selvoso’. ¿Fue acaso matado por Ezequías, rey de Judá, y por todo Judá? ¿No temió el rey al Señor y suplicó al Señor?, y el Señor se arrepintió del mal que había pronunciado contra ellos. ¡Y nosotros vamos a cometer un mal tan grande contra nosotros mismos!” (Jeremías 26:18-19). Sin embargo, es sabido que fue enterrado en su aldea, y que sus reliquias fueron encontradas junto con las reliquias del profeta Habacuc, durante el reinado del emperador Teodosio el Grande, según una misteriosa revelación que recibió el obispo Zevin de Elefterópolis.
El sacerdote y mártir Marcelo, obispo de Apamaea
Marcelo nació en Chipre de afamados y acaudalados padres y fue educado eminentemente. Contrajo matrimonio y tuvo hijos. Cuando su mujer murió, Marcelo se retiró a la vida monástica en Siria, dejando sus hijos a la Providencia de Dios. Se hizo famoso a causa de su compasión, mansedumbre y conocimiento espiritual, por lo cual, las gentes de Apamaea lo eligieron como su obispo. Como obispo, Marcelo trabajó celosamente por convertir a los paganos a la fe cristiana. Cuando se incendió un templo idólatra, los paganos apresaron a Marcelo, acusado supuestamente de haber causado el incendio, y lo quemaron en una hoguera alrededor del año 389. Lo especialmente instructivo en la vida de San Marcelo es que en ella se menciona la bendición del agua y el uso del agua bendita.
Himno de Alabanza
Miqueas
Miqueas, el profeta de Dios, con el Espíritu de Dios quema,
Expone la salvación y profetiza el castigo:
“Oíd, cabezas de Jacob” (Miqueas 3:1).
Cuando el fuego arde, la paja no se salva.
Odiáis malvada y dispuestamente, disfrutas del mal,
Pueblo de Dios, eliminas ferozmente,
A los profetas de antaño y la ley has abandonado.
A Dios no escuchas, a los adivinos escuchan.
Pero la desgracia, el dolor y el sufrimiento vendrán.
Clamaréis al cielo, pero será tarde y en vano.
Pues para los asirios, Samaria les será de campo de siembra,
Y para los caldeos, Jerusalén será su jardín.
“Pero tú, Belén de Efrata” (Miqueas 5:2),
Tú me eres querida, incluso aunque seas la menor,
De ti, el Líder que necesitamos, saldrá,
Su venida es de lo profundo del cielo.
Por su amor ardiente, vendrá voluntariamente,
Con su poderosa vara, atenderá a su rebaño.
“De ti me saldrá el que ha de ser dominador en Israel” (Miqueas 5:2).
La tierra, con el cielo, con gratitud le alabarán con himnos
Y la paz reinará, él que es la paz,
Y glorificará a la raza humana.
Reflexión
Tened cuidado con la maldición de un padre, porque la maldición de un padre es algo terrible. El sabio Jesús Ben Sirac dice: “La bendición del padre afirma las casas de los hijos, mas la maldición de la madre les arruina los cimientos” (Eclesiástico 3:11). La maldición por la que Noé maldijo a los descendientes de Cam todavía persigue a los desafortunados camitas. Sin embargo, a los hijos de Jacob, la bendición de su padre les supuso prosperidad en sus vidas. San Sergio, siendo joven, suplicó a sus padres la bendición para convertirse en monje. Pero, los ancianos padres suplicaron a su hijo que esperara algún tiempo y trabajara con ellos hasta su muerte y después de eso, fuera tonsurado como monje. Sergio obedeció a sus padres y fue bendecido hasta su muerte. El obispo Hermógenes cuenta un cómo un hijo maltrataba a su mujer. Cuando su madre, con lágrimas, comenzó a reprenderlo por esto, el hijo atacó a su madre, la golpeó y golpeó su cabeza contra una pared. La madre, dolorida, clamaba: “Señor, que mi hijo sea maldecido y que no tenga ni mi bendición ni Tú bendición”. Aquel mismo día, el hijo empezó a temblar por todo el cuerpo y durante trece años vivió en este estado de temblor sin ser capaz de llevarse la cuchara a la boca. Tras trece años, se confesó y recibió el sacramento de la Santa Comunión que le hizo las cosas un tanto más fáciles y poco después de esto murió.
Contemplación
Contemplemos la maravillosa ayuda de Dios a Saúl en la batalla contra los amonitas (1º Samuel // 1º Reyes 11):
1. Cómo el poderoso Nahás, el líder de los amonitas, amenazó con arrancar el ojo derecho de todos los israelitas;
2. Cómo el pueblo de Israel se lamentó ante el Señor;
3. Cómo Saúl y Samuel, con la ayuda de Dios, destruyeron a los amonitas pues el Espíritu de Dios estaba sobre Saúl y Samuel.
Homilía
Sobre la luz profetizada en la oscuridad
“El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los habitantes de la tierra de sombras de muerte resplandeció una luz” (Isaías 9:2).
Allí donde está la oscuridad, el profeta profetiza que aparecerá el Mesías portador de luz. La tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí estaban consideradas como las tierras más oscuras. Allí, los paganos se habían mezclado con los judíos; el yugo de la esclavitud externa e interna es el más duro; la oscuridad de los paganos y la oscuridad de los fariseos cubría a la gente con la sombra de la muerte. La Luz del cielo, brilló primeramente en Belén, pues Cristo el Señor nació allí. Esa Luz fue vista desde lejos por los magos de oriente y, en los alrededores, por los pastores de Belén. Pero esa Luz fue expulsada de Belén por la sangrienta espada de Herodes y se retiró a Egipto. Después de esto, la Luz brilló con todo su esplendor en esta tierra de oscuridad y de sombra de muerte, en la tierra de Zabulón y Neftalí. En esa tierra, junto al lago, vivían pescadores a los que nuestro Señor escogió como discípulos. En esa tierra está el Monte de las Bienaventuranzas desde el cual proclamó el Señor su primer gran sermón sobre los bienaventurados. Allí también está Canaan de Galilea, donde el Señor obró su primer milagro. Allí, empezó su obra de salvación para la humanidad mediante sus poderosas palabras y sus poderosas obras. Los hombres vieron esta gran Luz y se asombraron. Muchos se escandalizaron del Señor y muchos otros se burlaron de Él. Pero estos hombres de la oscuridad no lo mataron. Había otro lugar más oscuro en la tierra de los judíos, que alzó a esta tierra contra el Creador y lo mató. Este es el mismo lugar en el que Herodes, treinta y tres años antes, alzó su sangrienta espada para extinguir esta gran Luz de forma sangrienta, es decir, Jerusalén. De toda la oscuridad, la oscuridad de Jerusalén era la más oscura. Quizá la más oscura porque Jerusalén se llamó a sí misma la luz.
Oh Señor, nuestra gran Luz, abárcanos por tu luz en este corto periodo de tiempo y recíbenos tras la muerte en tu Luz, gloriosa e inmortal.
Traducido por psaltir Nektario B. (P.A.B)
Categorías:prólogos de Ohrid
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