El santo mártir Euplo
Euplo fue diácono de Catania, Sicilia. El emperador Diocleciano envió al oficial Pentaguro a Sicilia para exterminar a cualquier cristiano que encontrara allí. Pentaguro no encontró a un solo cristiano, pues los pocos que había allí, se escondieron del perseguidor y no se revelaron. Entonces, alguien acusó a San Euplo de llevar un libro secreto para leérselo a los cristianos. Este libro era el Santo Evangelio. Pronto lo condujeron a la corte, colgaron el libro sobre su cuello y lo condujeron a prisión. Después de siete días preso y hambriento, Euplo fue conducido a la tortura. Mientras lo golpeaban con varas de hierro, Euplo, burlándose, decía al juez torturador: “¡Oh ignorante, ¿no ves que a causa de la ayuda de Dios, estas torturas son para mí como una telaraña? Si puedes, encuentra otras torturas más duras, pues estas son como juguetes”. Finalmente condujeron al mártir de Cristo al cadalso. Entonces, San Euplo abrió el Santo Evangelio y lo llegó a la gente durante largo tiempo. Muchos se convirtieron a la fe de Cristo. San Euplo fue decapitado en el año 304, y tomó posesión de su morada en el reino del cielo. Sus milagrosas reliquias descansan en un pueblo cercano a Nápoles, llamado Vico della Batonia.
La santa mártir Susana, la Virgen, y otras con ella
Susana era la hermana del sacerdote romano Gabinio, y sobrina del papa Gayo. Gayo y Gabinio eran de linaje real y familia del entonces emperador Diocleciano. El emperador tenía un hijo adoptivo que se llamaba Maximiano Galerio, a quien Diocleciano quería casar con Susana. Pero Susana, completamente dedicada a Cristo el Señor, no quería saber nada sobre el matrimonio y particularmente nada sobre el matrimonio con un pagano. Aquellas que pidieron a Susana que se casara con el hijo del emperador, las aristócratas Claudia y Máxima, las terminó convirtiendo Susana a la fe cristiana junto con toda su casa. Furioso por esto, el emperador ordenó que los verdugos tomaran a Claudia y a Máxima, con sus familias, y las condujeran a Ostia, donde fueron quemadas vivas y sus cenizas fueron echadas al mar. Sin embargo, Susana fue decapitada en casa de Gabinio. La mujer del emperador, Serena, cristiana en secreto, tomó el cuerpo martirizado de Susana una noche y lo enterró honorablemente, y el papa Gayo convirtió aquella casa, donde Susana fue asesinada, en una iglesia y allí celebró oficios. Poco después del sufrimiento de esta esposa de Cristo, su padre Gabinio y su tío, el papa Gayo, también sufrieron. Todos sufrieron honorablemente por el Señor y recibieron la corona de la gloria en el año 295 y 296.
San Nifón, patriarca de Constantinopla
Nifón nació en Grecia. Fue tonsurado como monje en su juventud, y al principio, vivió una vida de ascetismo fuera de la Santa Montaña del Athos, y después, en ella, en diferentes monasterios, permaneciendo más tiempo en Vatopedi y Dionisiou. Era amado por todos los santos aghioritas, tanto por su rara sabiduría, como por su inusual mansedumbre. Se convirtió en obispo de Tesalónica contra su voluntad. Dos años después, viajó a Constantinopla por negocios, y allí, fue elegido para el trono vacante del patriarcado. Fue deportado por el sultán a Jedrene donde vivió en el exilio. El príncipe valaquiano (rumano) Radul suplicó por él al sultán y nombró a Nifón como arzobispo de los valaquianos. A causa de las transgresiones de Radul, Nifón partió de Valaquia y regresó al Monte Athos, a la comunidad de Dionisiou, donde vivió una vida ascética hasta los noventa años, cuando tomó su morada en el reino de Dios, en el año 1460. Compuso la “oración de absolución” que se lee en el oficio del entierro:
“Oh Señor Jesucristo, que por Tu divina gracia, y por el don y poder otorgado a tus santos discípulos y apóstoles, les diste potestad para atar y desatar los pecados de los hombres, pues les dijiste: ‘Recibid el Espíritu Santo: a cualquiera que le perdonéis los pecados, les serán perdonados, y a cualquiera que se los retengáis, le serán retenidos, y cualquier cosa que atéis en la tierra, será atada en el cielo, y cualquier cosa que desatéis en la tierra será desatada en el cielo’. Por este mismo poder, que nos ha sido trasmitido por ellos, absuelve a este hijo espiritual (Nombre), por medio de mí, indigno pecador, de todo lo que, como mortal, haya pecado contra Dios, ya sea de palabra, obra o pensamiento, con todos sus sentidos, voluntaria e involuntariamente, con conocimiento o por ignorancia. Si ha sido excluido o excomulgado por un obispo o sacerdote, si ha pecado por cualquier juramento, o ha sido atado, como hombre, por cualquier pecado, pero se ha arrepentido de él, con contrición de corazón: absuélvelo de todas sus faltas y pecados. Que todo esto que procede de la debilidad de su naturaleza mortal sea consignado al olvido y sea remitido: Por tu misericordia, por las oraciones de tu Santísima, Bendita y Gloriosa Señora Theotokos y siempre Virgen María, por todos los santos, gloriosos y alabadísimos apóstoles y todos los santos. Amén.
Los venerables Basilio y Teodoro del monasterio de las Cuevas de Kiev
Basilio y Teodoro murieron violentamente a manos del avaricioso (amante del dinero) príncipe Istislav, en el año 1098. La hagiografía de San Teodoro es especialmente instructiva para los avariciosos. Teodoro era muy rico y distribuyó todas sus riquezas a los pobres y fue tonsurado monje. Después de esto, se arrepintió y lloró por su riqueza y fue grandemente tentado por el espíritu de avaricia del cual San Basilio lo liberó.
Himno de Alabanza
Santa Susana, la virgen
Rama del paraíso, plantada
Y sobre la tierra, crecida.
Con el cielo, combinó su corazón.
La negra tierra no la oscureció,
La maldad del mundo no la doblegó,
Susana es una rama del paraíso,
Iluminada por el Espíritu de Dios,
Virgen, de Cristo Dios.
Siendo el hijo del emperador despreciado,
Se enfureció el emperador, y la amenazó,
Con vengarlo amargamente.
Pero Susana no quiso escuchar,
En ella, la mente de Dios contempla,
Su corazón iluminado,
A Cristo, coronada.
Los familiares se asombraron
Y en Cristo, fueron bautizados,
Toda la familia fue bautizada,
Y en mártires se convirtieron.
El emperador levantó su sangrienta mano,
Sobre Susana, imponiéndole sufrimiento,
Pero todo el sufrimiento es sin objeto,
Cuando el alma, con la fe es poderosa.
La cabeza de Susana cayó,
Y su alma, en el paraíso se estableció.
En el paraíso, se puso ante su Cristo,
El alma pura de Susana.
Reflexión
Si un hombre se embarca en el camino de la justicia, que ande sólo por el camino de la justicia con ambos pies y no dé un paso con un pie por el camino de la justicia, y con el otro pie, ande por el camino de la impiedad. Pues Dios dijo por medio del profeta, del justo que comete impiedad: “Ninguna de sus justicias que ha hecho le será imputada. Por la prevaricación en que ha caído, y por el pecado que ha cometido, por ellos morirá” (Ezequiel 18:24). El príncipe rumano Radul fue un hombre justo e hizo muchas buenas obras. Sacó a San Nifón de la esclavitud llevándolo a Jedrene y allí lo hizo arzobispo de Bucarest. Pero de repente, Radul cometió una terrible transgresión: dio la mano de su hermana para que fuera la mujer del corrupto príncipe Bogdan de Moldavia, mientras que la mujer de Bogdan aún estaba viva. Radul no hizo caso de las protestas de Nifón. Nifón profetizó un terrible mal para Radul, lo excomulgó públicamente de la Iglesia, y se fue de Valaquia. Poco tiempo después, una gran sequía y un gran hambre asedió Valaquia y Radul cayó en una enfermedad incurable, y todo su cuerpo se cubrió de llagas. Y a causa del hedor, nadie era capaz de acercársele. Cuando Radul fue enterrado, su tumba tembló durante tres días, como una vez hiciera la tumba de la emperatriz Eudoquia, la perseguidora de San Juan Crisóstomo.
Contemplación
Contemplemos la obstinación del pueblo judío (1º Samuel // 1º Reyes 8):
1. Cómo los judíos trataron de que Samuel les encontrara un rey;
2. Cómo Samuel protestó por esto en nombre del Señor, que proclamó que sólo Él es el único Rey;
3. Cómo el pueblo permaneció obstinado, rechazando la voluntad de Dios y los consejos de Samuel.
Homilía
Sobre cómo la fealdad viene por el pecado.
“En lugar de perfume habrá hediondez; en lugar de ceñidor, una soga, en lugar de cabellos rizados, calvicie; en lugar de vestidos suntuosos, una túnica áspera, en lugar de hermosura, marca de fuego” (Isaías 3:24).
Esta es la palabra sobre las mujeres extravagantes, sobre las hijas de Sión que se han vuelto arrogantes “y andan con el cuello erguido, y guiñando los ojos, y caminan meneando el cuerpo, al son de las ajorcas de sus pies” (Isaías 3:16). ¿Qué hizo que las mujeres hebreas fueran tan orgullosas? ¿Fue su virtud? La virtud nunca hace a nadie orgulloso pues, de hecho, la virtud es una cura contra el orgullo. ¿Fue la fuerza de un pueblo y la estabilidad de un estado? No, al contrario; el profeta informa exactamente sobre la inminente esclavitud del pueblo y la destrucción del estado. Y, como principales causas de la esclavitud y la destrucción, el profeta señala la extravagancia vana, el vacío espiritual y las mujeres extravagantes. Por tanto, ¿qué les hizo tan orgullosas y altivas? Los ornamentos y los vestidos cubiertos de perlas, los collares, los abalorios y las horquillas, las ligas y las fajas, los perfumes y los anillos, los contoneos y los espejos. He aquí, esto es lo que las hizo tan orgullosas y altivas. Exactamente, todo esto es una expresión de su orgullo ignorante, pero la verdadera causa de su orgullo es el vacío espiritual. Pues del vacío espiritual viene el orgullo y la mezcla externa de colores con las que las mujeres cubren sus cuerpos es sólo una manifestación obvia de su orgullo ignorante. ¿Qué sucederá con todo esto al final? Hedor, desnudez, calvicie y fuego. Esto sucederá cuando el pueblo caiga en la esclavitud. Como sucede normalmente, primero, el espíritu se esclaviza por el cuerpo y entonces el cuerpo se esclaviza por un enemigo externo.
Así, esto sucederá incluso entonces, cuando el conquistador ineludible de nuestros cuerpos, la muerte, venga. Los perfumes agradables no nos ayudarán en la tumba, que es el reino del hedor. No habrá necesidad de ligas para los esqueletos desnudos. Ni habrá necesidad de cabellos trenzados para una calavera desnuda, ni permanecerá la belleza tras los restos negros de la quema. Este es el destino ineludible de las mujeres más hermosas, más saludables y más ricas. Pero esto no es la mayor desgracia. La mayor desgracia es que su hedor, desnudez, calvicie y fuego vendrán ante Dios y ante las huestes celestiales de los más hermosos y justos ángeles de Dios. Pues el hedor del cuerpo denota el hedor del alma a causa de sus vicios depravados; un cuerpo desnudo denota la insaciabilidad del alma por los placeres corporales; la calvicie del cuerpo denota la calvicie del alma, de sus buenas obras y pensamientos puros; la quema del cuerpo denota la quema de la conciencia y de la mente.
Oh, cuán temible es la visión de Isaías, el hijo de Amós; temible entonces e incluso temible hoy; temible, porque es cierta.
Oh Señor, Santo y Purísimo, ayuda a las mujeres que hacen la señal de Tu Cruz, para que recuerden sus almas y las purifiquen antes de tu Justo Juicio, y así, junto con sus cuerpos, no se conviertan en un hedor eterno.
Traducido por psaltir Nektario (P.A.B)
Categorías:prólogos de Ohrid
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