Homilía en ocasión del bautismo del Señor o Teofanía por San Beda el Venerable

Teofanía o Bautismo del Señor

Teofanía o Bautismo del Señor

Homilía del venerable Beda sobre el Evangelio que se canta en la octava de la Epifanía : escríbelo San Mateo en el capítulo 3. v. 13.

Grande ejemplo de humildad perfecta se nos da, muy amados hermanos, en la lección del Santo Evangelio que habéis oído, así por parte del Señor, como por parte del siervo. Por parte del Señor , que siendo quien era, Señor del mundo, no sólo tuvo por bien ser bautizado por manos de un hombre siervo suyo, sino que quiso venir adonde él estaba, para que le bautizase. Por parte del siervo, pues sabiendo que era Precursor de la divina Majestad del Señor, y elegido para bautizarle, acordándose de su bajeza humana se excusaba con mucha humildad de tan alto oficio, diciendo. ¡O Señor! yo debería ser bautizado de ti, ¿y tú vienes a mí? Más porque es ya ley que sea ensalzado el que se humillare, el Señor que se hizo hombre, por enseñar a los hombres, puesto en extrema humildad, fue de tal manera ensalzado, que el Padre Celestial envió sobre él de su gloria magnifica una voz que dijo: este es mi Hijo amado, en el que yo soy muy agradado, y con esto se mostró cuanto más excelente era que todos los hombres, y que todos los Ángeles, y que todo cuanto hay creado en el mundo. Y el fidelísimo y humilde siervo Juan, que deseaba ser bautizado del Señor y no bautizarle él, mereció, no sólo bautizar al Señor, más aún ver con los ojos de su alma más clara y excelentemente que todos los otros hombres al Espíritu Soberano que vino sobre el Señor; y para que declaremos más para todos lo que aquí hemos tocado con brevedad, vengamos ahora a la lección del Santo Evangelio, que dice así: entonces vino Jesús de Galilea al río Jordán a Juan para ser bautizado de él. El hijo de Dos vino para ser bautizado de un hombre, no por necesidad de ser lavado de algún pecado, porque Él es el que nunca hizo pecado ni se halló engaño de su boca; más la divina providencia lo ordenó así, disponiendo que todas las manchas de nuestros pecados fuesen lavadas, porque todos ofendemos a Dios en muchas maneras, y si decimos que no tenemos pecado, nosotros nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Vino, pues, el Creador de las aguas a ser bautizado en ellas, para mostrar el misterio, digno de ser deseado, del segundo nacimiento hecho por agua y espíritu, vino para nosotros que somos concebidos en maldades y engendrados en pecados. Tuvo por bien ser lavado en las aguas claras del Jordán limpias de toda bascosidad, porque de allí fuesen santificadas todas las aguas, y tuviesen virtud para lavar las manchas nuestros pecados, y pues hemos visto en el Santo Evangelio la providencia del Señor cumplida con tan grande ejemplo de humildad, justo es que en él mismo veamos con atención la obediencia muy humilde de su siervo. Prosigue: y San Juan no lo permitía, diciendo: yo debo ser bautizado de ti, ¿y tú vienes a mí? v.14. Espantose el glorioso Bautista viendo venir al Señor, para ser por él bautizado en agua, sabiendo que no había en Él culpa alguna, que con el agua se hubiese lavar, antes Él era el que con su gracia había de quitar las culpas de todo el mundo, creyendo éste en Él, y así está muy bien dicho lo que dijo el Santo Bautista: Señor, yo debo ser bautizado de tí. Confórmase esta sentencia con lo que refiere el glorioso San Juan en su Evangelio, que cuando el Señor vino a donde estaba el Santo Bautista, viéndole dijo: ved aquí el Cordero de Dios, ved aquí el que quito los pecados del mundo. Debemos, pues, ser todos bautizados por aquel que quita los pecados del mundo, y para esto vino a Él. Por este Señor debía Juan glorioso ser bautizado, es a saber, lavado de la mancha de la culpa original, porque aunque entre los nacidos de mujeres ninguno en santidad hay mayor que él, per habiendo nacido de mujer, no pudo ser libre del pecado original, y así era menester que fuese lavado juntamente con  todos los que nacieron de mujeres, por medio del Señor, que naciendo de una Virgen, se mostró Dios y hombre entre los hombres, y porque está escrito ¿qué es el hombre, para que piense estar sin mancha, y para que siendo nacido de mujer, pueda mostrarse limpio? Razón tuvo el glorioso Bautista en temer bautizar al Señor, viéndose hombre, aunque fuese santo, acordándose de que era engendrado de mujer, y por tanto no limpio de aquella culpa, y conociendo la limpieza purísima de este Señor nacido de la Virgen Sacratísima, más porque aquella es verdadera humildad que va acompañada de la obediencia, en fin lo que primero temía hacer por su humildad, después lo hizo por obediencia. Prosigue:  y respondiéndole Jesús-Cristo le dijo: déjame ahora porque así conviene que cumplamos toda justicia, y entonces lo dejó. V.15. Quiere decir: viendo la voluntad del Señor, consintió y tuvo por bien bautizarle, conociendo que era servido en que por aquella orden se cumpliese toda justicia. Dice, pues, el Señor, déjame ahora, que quiere decir, déjame ahora ser bautizado de ti en agua, como yo lo mando, y tú después serás bautizado de mí en espíritu, como lo deseas, y así conviene que demos ejemplo de cómo se ha de cumplir toda justicia. Quiero que todos mis siervos fieles aprendan en esto, que sin el agua del bautismo ninguno se puede salvar. Y por santos y justos que vivan, tienen necesidad de renacer en el bautismo que da la vida,  acordándose de que yo, que fui concebido y nacido por obra del Espíritu Santo, he tenido por bien, no por mi necesidad, sino por consagrarles las aguas, ser lavado en ellas; y no es razón que haya persona alguna, por santa que sea, que menosprecie tomar este remedio del bautismo en remisión de sus pecados, aunque sea de mano de los más humildes y pobres Ministros míos, acordándose de que el Señor que bautiza en el Espíritu Santo, y por su autoridad perdona los pecados, tuvo por bien poner su cabeza a la obediencia de un siervo suyo, para ser de su mano bautizado. Prosigue: siendo Jesús bautizado, luego subió del agua, y súbitamente se abrieron los cielos, y vio al Espíritu Santo que descendió en figura de una paloma, y vino sobre Él. V.16. Todo esto convenía que así fuese para cumplimiento de toda justicia, porque abrirse los cielos, y venir el Espíritu Santo sobre el Señor luego que fue bautizado, fue verdaderamente confirmación de nuestra fe sacratísima, la cual nos enseña que por el Santo Bautismo se nos abren los cielos, y se nos da la gracia. Este misterio para nosotros se hizo, pues la santa fe católica ortodoxa tiene por cierto, como lo es, que Jesús-Cristo Señor nuestro, cuando nació y conversó en el mundo, también estaba a la diestra del Padre como sin principio lo estuvo, y para Él no era menester abrirse los cielos ni mostrarse ninguno de aquellos misterios, todo era para nuestra instrucción, y así cuando a los treinta años fue bautizado, no recibió más dones del Espíritu Santo de los que en el instante de su Concepción había recibido, que fue toda la plenitud de la gracia. Creed, pues, muy amados hermanos, que todos estos misterios se celebran para nosotros. El Señor santificó las aguas con el contacto de su humanidad sacratísima para nuestro remedio y beneficio, y por lo mismo tuvo por bien que se abriesen los cielos, y viniese sobre Él el Espíritu Santo. Y lo que la voz del Padre declaró diciendo: este es mi Hijo amado en el cual yo bien me complací; fue dicho con relación al primer Adán, en el cual cuando pecó, en alguna manera mostró Dios haberse desagradado cuando dijo: pésame haber hecho hombre en la tierra. Claro está que en Dios no puede haber pesar ni arrepentimiento, más hablamos de Él como solemos hablar los hombres cuando nos arrepentimos de alguna cosa que no responde a nuestro pensamiento, y así dijo Dios, que le pesaba de haber creado al hombre, es a saber, a Adán sobre la tierra, porque le vio apartarse de la rectitud en que le había creado. Más en su Hijo Unigénito dice, que singularmente está complacido, por que vio la limpieza y santidad que guardaba en aquella humanidad sacratísima que había tomado. Y no menos se declara el cumplimiento de la justicia en esta voz del Padre que en todos los misterios del bautismo del Señor. Venir el Espíritu Santo, como vino, en este misterio, fue declarar a los hombres, que este Señor que era bautizado, era Hijo de Dios de la misma eternidad y substancia del Padre; y que los hombres aprendan en este misterio, que es tanta la gracia del bautismo y que los que le reciben, siendo antes siervos del demonio por la culpa, son hechos hijos de Dios por la gracia del Espíritu Santo, con el que sois hijos adoptivos de Dios, y decís, Padre nuestro. El santísimo Evangelista Juan lo confirma, diciendo, A tos cuantos le recibieron les dio poder de ser hijos de Dios. Habiendo hablado, muy amados hermanos míos, del bautismo de nuestro Redentor lo que habéis oído, según su gracia me ha ayudado, es bien que se dirija el sermón a nosotros mismos, y pues hemos visto la grande humildad y obediencia que se nos mostró en el Bautista,

y en el bautizado, procuremos guardar con humilde obediencia el bautismo que recibimos, limpiando continuamente nuestras almas de la mancha de toda culpa, aspirando a la perfección de nuestra santificación con temer a Dios, y guardar sus misterios sagrados con mucha humildad, enseñando esto mismo a los que no lo saben, y los que por la merced de Dios hemos llegado a ser sus Ministros, es menester que administremos sus Santos Sacramentos con la más notable humildad. Tengamos gran solicitud, no sea que con nuestros humanos halagos y errores, cerremos la puerta del cielo que se abrió para nosotros con los Santos Sacramentos. No creáis, que sin causa el Santo Evangelista Lucas nos declara, que el Señor desde luego que fue bautizado, se puso en oración, y que estando en la oración, al punto se vieron los cielos abiertos, y descendió el Espíritu Santo, y vino la voz del Padre. Y por testimonio de tres Evangelistas hallamos, que el Señor después del bautismo se apartó al monte, y retirado a la soledad, ayunó los cuarenta días y cuarenta noches, no por otro fin sino por darnos ejemplo de que, después de recibido el Santo bautismo, y con él la remisión de nuestros pecados, nos ejercitemos en vigilias, ayunos, oraciones, y otras obras espirituales, porque si nos descuidamos y somos negligentes, el espíritu impuro, que por la gracia del Santo bautismo había salido de nuestra alma, se volverá a ella, y hallándonos vacíos de toda virtud, y pobres de bienes espirituales, entrara en nosotros con otros siete espíritus malignos, y serán nuestras últimas obras mucho peores que las primeras. Guardémonos de que nosotros mismos con la frecuencia de nuestras culpas pongamos la espada de fuego que nos impida la entrada del cielo, porque sin duda, aquella espada de fuego, cualquiera que sea, que guarda la entrada del paraíso, se apagó con el Santo bautismo en cualquier Católico Ortodoxo que le recibe, y del todo está quitada dejando libre la entrada para los fieles. En los infieles es muy de otra manera, pues siempre la tienen contra sí, pero en aquellos que falsamente gozan de este nombre de fieles, no siendo elegidos por Dios, aunque se apagó la espada con el agua del Santo bautismo, se les vuelve a encender con las culpas en que se envuelven, para que no puedan entrar en el reino que buscaban con doblado y fingido corazón. Los tales van armados de los dientes engañosos de la serpiente, y muy distantes de la sencillez que en sus ojos guarda la paloma, la cual es la que el Señor ama, según lo muestra en los cantares hablando con su Esposa, diciendo: mira bien, amiga mía, que eres hermosa, mira que tú eres hermosa, y tus ojos son como los de la paloma; y pues se nos propone la forma de paloma, para que aprendamos la sencillez que es tan graciosa delante de Dios, justo es que con diligencia examinemos su naturaleza, para que conociendo bien todos los ejemplos de su inocencia y sencillez, podamos tomar doctrina para mejorar nuestra vida. Lo primero que en la paloma notamos es que no tiene hiel. Por cuyo ejemplo debemos apartar de nosotros toda hiel de malicia, toda amargura, toda ira, y toda indignación, y toda especie de malicia salga fuera de nuestro corazón. No se halla que la paloma ofenda con las uñas ni con el pico; no toma para sustentarse los mosquitos, ni los gusanitos, ni otras aves chiquitas mucho menores que ella, como otras aves lo hacen. Por este ejemplo procuremos, que nuestros dientes no sean armas y saetas, para que mordiéndonos y royéndonos, nos consumamos unos a otros. Estén nuestras manos limpias y apartadas de todo género de robo, y el que solía hurtar, ya no hurte; antes todos se den al trabajo de sus manos, con el que tengan no sólo para sustentar su  vida, más aún para socorres a la necesidad de sus próximos, pues muchas veces se ve, que la paloma no solo cría sus hijos, más aún los ajenos. Ella se mantiene sólo de los granitos que halla por la tierra. Si queremos oir al Apostol, ya él nos dice: bueno es no comer carne ni beber vino. Y el Apostol San Pedro, odenando nuestra conversación dice: haced, hermanos, que vuestra fe sea acompañada de virtudes, y las virtudes de ciencia, y la ciencia de abstinencia, y la abstinencia de paciencia, y la paciencia de piedad, y la piedad de amor fraternal. La paloma en lugar de cantar gime, nosotros pues, que estamos en estado de tanta miseria, justo es que lloremos delante del Señor que nos hizo, vuélvase nuestra risa en lloro, y nuestro gozo en tristeza, porque escrito está: bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Suele la paloma asentarse en alguna cosa que esté sobre el agua, porque viendo en el agua la sombra del halcón que la viene a coger, se salva; y nosotros, viendo que por el bautismo quedamos limpios, sentémonos cerca de las aguas de la Santa Escritura,  para que de ellas tomemos aviso contra el enemigo, que rodea por ver como nos llevará en las uñas. Estos son, hermanos míos, a los que la Santa Iglesia Esposa de Jesús-Cristo ama, y hablando de ellos en sus cantares dice: son tus ojos como palomas que se han lavado con la leche y están sentadas cerca de grandes corrientes de aguas. Suele hacer su nido en el agujero de la piedra, y en las cavernas las cuales están hechas sin barro. La piedra es Jesús-Cristo, cuyas manos fueron en la Cruz horadadas, de cuyo costado abierto con la lanza salió agua y sangre, fundamento y misterio de toda la limpieza y santificación. Es la virtud de los Santos toda junta, y la caverna que en esta se halla, es el seno del corazón lleno de amor del próximo, el cual es de tal condición, que enternece tanto la caridad de los fieles dándoles perfección de fe, y esperanza y amor, que moran allí todos los próximos, y son como la caverna que da lugar a todas las palomas, que allí quieren morar. Tomoemos, pues, los que somos flacos, los ejermplos de los que fueron fuertes en la virtud, y procuremos imitarlos con humildad, aspiremos sobre todo a ser santificados los Sacramentos nacidos de la Pasión del Señor, porque esta es la conversación que nos pide. En estos ejercicios desea que se ejercite nuestra vida, con la voz de estos se alegra de ser alabado y predicado. Y así  volviendo a hablar a la Esposa dice: levántate amiga mía, hermosa mía: ven paloma mía en los agujeros de la piedra, y en las cavernas, muéstrame tu rostro, suene tu voz en mis oídos. Baste, pues, haber contado estas siete propiedades que naturalmente se hallan en la paloma, y vienen muy a  propósito, porque la gracia del Espíritu Santo que vino en figura de paloma, es de siete maneras, ya sí decimos los siete dones del Espíritu Santo. Más sobre todas las coas notables que de la paloma hemos dicho, y podemos decir, es una muy maravillosa, la que nos cuenta la Sagrada Escritura. Cuando el Señor quiso lavar las suciedades del mundo con las aguas del diluvio, anunciando en figura que había de ser lavado de la culpa original con las aguas bautismales, pasada ya la grande inundación que había deshecho el universo, quiso Noe saber en qué estado estaban las cosas del mundo, y envió un cuervo, el cual no quiso volver al arca. Este fue figura de los que siendo lavados con las aguas bautismales, vuelven a los pecados, con los que están sus almas más negras que los cuervos, y por no gozar la renovación, que la gracia y unción del Espíritu Santo les da, van luego, como hizo el cuervo, en seguimiento de la unión, reposo y paz de la Santa Madre Iglesia. Envió Noe después del cuervo la paloma, la cual a la tarde volvió a él, y trajo en el pico una ramo de oliva verde y con hojas. Creo, hermanos míos, que sin que yo lo diga, ya por vosotros mismos pensáis, que el ramo de oliva con hojas verdes no es otra cosa sino la gracia del Espíritu Santo, que toda está llena de palabras de vida. Y como la plenitud de este espíritu reposó sobres Cristo nuestro Redentor, habla con él el Profeta, diciendo: Señor, fuiste ungido por Dios, Dios tuyo, con aceite de alegría, mucho más que ninguno de tus compañeros; y acerca de que los compañeros de Cristo recibieron este don, dice el glorioso San Juan Evangelista en su Canónica: vosotros habéis recibido unción del Santo, y sabéis todas las cosas; y se conformó la sombra con la verdad por esta maravillosa comparación. Lavado el mundo por las aguas del diluvio, la paloma trajo el ramo de oliva al arca y el Espíritu Santo en figura de paloma descendió sobre el Señor luego que fue bautizado en las aguas del Jordán, y nosotros que somos miembros de Jesus-Cristo y de su Santa Iglesia, recibida el agua del Santo bautismo,  la unción santísima que después de ella nos dan, también recibimos la gracia del Espíritu Santo; y fuimos figurados, no sólo en aquellos hombres que estaban en el arca con el Patriarca Noe, sino también en los animales, y en la madera de que la misma de que la misma arca fue hecha. Y pues el Señor se ha complacido en hacernos por su misericordia participantes de esta gracia, sea también  de su agrado ayudarnos, para que la conservemos en servicio del que vive y reina para siempre jamás. Amen.

Recurso: Colección de homilías o sermones de los más excelentes Santos Padres y Doctores de la Iglesia. San Beda el Venerable. Homilía sobre la Teofanía, transcurrida ya la epifanía. Tomo Primero. 1795 Págs. 215-226

 

Revisado y corregido por H.M.P



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