Las 8 principales pasiones, sus subdivisiones y sus ramificaciones.
(ver nota al final del texto)
1.- La glotonería: la embriaguez, el no respetar los ayunos, el hecho de comer a escondidas, el comer con fruición, la falta de temperancia, el hecho de mimar su carne o su vientre, de concederse reposo sin razón o en exceso. Todo aquello engendra el amor en sí mismo, la infidelidad a Dios, a la Iglesia, a la virtud y a los hombres.
2.- El adulterio: los actos y sensaciones adúlteras del alma y el cuerpo, la aceptación de pensamientos impuros, el retener o conservar los pensamientos impuros, el regocijo en los pensamientos impuros, el consentimiento y el hecho de entretenerse con pensamientos impuros, las fantasías de adulterio, el hecho de ceder a la influencia de dichas fantasías, de no guardar sus sentidos, sobre todo el tacto (que abre la puerta a la audacia y espanta todas las virtudes), las palabras obscenas, la lectura de libros voluptuosos (es decir, dados a los placeres o deleites sensuales), el libertinaje (perversión), el adulterio, las perversiones contra natura.
3.- El amor al dinero: el amor al dinero, a los bienes inmuebles y al mobiliario, al deseo de enriquecerse, los sueños por la riqueza, las reflexiones sobre los medios para enriquecerse, el temor a la vejez, a la pobreza repentina, a la enfermedad, a la exclusión, a la avaricia, el amor por el beneficio, la ausencia de fe en Dios, la ausencia de esperanza en la Divina Providencia, la atadura o el amor enfermizo o excesivo por diversos objetos corruptibles que privan al alma de su libertad, la inclinación hacia las distracciones banales, el amor a los regalos, el hecho de apropiarse de los bienes del prójimo, la concupiscencia, la dureza de corazón hacia los mendigos y los necesitados, el robo, el pillaje.
4.- La cólera: el arrebato, la aceptación de pensamientos de cólera, las fantasías de cólera o de venganza, la confusión de corazón, el furor, el oscurecimiento de espíritu que le sigue (al furor o enfado), los gritos indecentes, las peleas, las palabras injuriosas, crueles, mordaces, los golpes, los empujones, el asesinato, el rencor, el odio, la animosidad (aversión, hostilidad), la venganza, la calumnia, el juicio, la rebeldía o indignación, la ofensa al prójimo.
5.- La tristeza: la pena, la angustia, el rechazo de la esperanza en Dios, la duda a propósito de las promesas de Dios, el hecho de no dar gracias a Dios por todo lo que nos viene, la cobardía, la impaciencia, el hecho de no hacerse reproches (en cuanto al hecho de no atribuirse a uno mismo las consecuencias dañosas de una acción), la aflicción a causa del prójimo, el murmullo (hablar mal de alguien), la negación de la cruz (ambos, la Cruz de Cristo y la cruz que uno mismo debe soportar), la tentativa a descender de la cruz (de huir de nuestra propia cruz, la que debemos soportar).
6.- La acedia: la pereza por toda buena acción y sobre todo en la oración, el abandono de su regla de oración (en la iglesia y en la celda), el abandono de la oración incesante y las lecturas útiles para el alma, la distracción y la prisa durante la oración, la negligencia, la falta de reverencia, la ociosidad, el sueño superfluo, la posición acostado (cuando es producido por la pereza y no por la propia acción de dormir) y todas las otras formas de apatía, el hecho de cambiar constantemente de sitio (como excusa para perder el tiempo y trabajar menos), las salidas frecuentes de la celda, los paseos, las visitas en casa de los amigos, las palabras vanas, las bromas (o chistes), las blasfemias, el abandono de las metanias así como otros ejercicios piadosos corporales, el olvido de sus pecados, el olvido de los mandamientos de Cristo, la negligencia, el hecho de dejarse cautivar por cualquier cosa, la ausencia de creencia en Dios, el endurecimiento, la falta de sensibilidad, la desesperación.
7.- La presunción: la búsqueda de gloria humana, la vanagloria (o jactancia), el deseo y la búsqueda de vanos honores mundanos, el amor por la buena ropa (en cuanto a la atracción excesiva por ropa cara y de marca), el hecho de querer tener sirvientes u objetos en su celda, el interés por la belleza de su rostro, de su voz, o de cualquier otra cualidad de su cuerpo, el interés por las ciencias y las artes corruptibles de este siglo, la búsqueda de éxito en dichas ciencias y dichas artes con el objetivo de adquirir gloria, la vergüenza por confesar sus pecados, el hecho de disimular sus pecados a su padre espiritual o delante de la gente, la malicia, la justificación de sí mismo, el hecho de lanzarse en controversias, de tener su propio razonamiento (independiente del de la Iglesia), la hipocresía, la mentira, el halago, la adulación, la envidia, la humillación del prójimo, la versatilidad (o inconstancia), la connivencia, la falta de consciencia, el hecho de tener una naturaleza demoniaca o de llevar una vida demoniaca.
8.- El orgullo: el desprecio al prójimo, el hecho de preferirse a sí mismo antes que al resto, la insolencia, el hecho de sumirse en las tinieblas, la pesadez de espíritu y de corazón, el apego a la tierra, la blasfemia, la incredulidad, la falsa inteligencia, la insumisión a la ley de Dios y a la Iglesia, el hecho de seguir su propia voluntad carnal, la lectura de libros heréticos, perversos y vanos, la insumisión a las autoridades, las burlas mordaces, el abandono de la humildad, de Cristo y del silencio, la pérdida de simplicidad, de amor de Dios y de amor al prójimo, la falsa filosofía, la herejía, la impiedad, el ateísmo, la ignorancia, la muerte del alma.
Nota: La mayoría de los paréntesis se han añadido en esta traducción al español para explicar mejor el sentido de las pasiones que se comentan. Todo el vocabulario en este texto está comparado con la Real Academia Española, por lo que para conocer mejor el significado de lo que se comenta, se aconseja visitar la web http://www.rae.es y buscar dichas definiciones pues en muchos casos no coincide el uso que se le da habitualmente con el uso estandar estipulado. El texto, en un principio, estaba dirigido a monjes y monjas, pero exceptuando las pocas definiciones en las que se concreta explicitamente que va dirigido a monjes en sus celdas, el resto es todo apto para todo tipo de personas (clero y laicos en el mundo).
© Traducido por hipodiácono Miguel P.
Categorías:Confesión y Santa Comunión, San Ignacio Briantchaninov, vida ortodoxa en el mundo
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