De los sermones del arzobispo Averky de Siracusa y Trinidad
No somos poderosos o lo suficientemente fuertes para detener la apostasía, como el santo obispo Ignacio Briantchaninov señala: “No intentéis detenerla con mano débil”…
¿Qué podemos hacer entonces?
“Manteneos alejados, guardaos a vosotros mismos contra ella, y será suficiente para vosotros. Conoced el espíritu de los tiempos, estudiadlos, para escapar a su influencia tanto como sea posible”. Esto es lo que el mismo santo obispo Ignacio nos aconseja hacer.
Y no por sus palabras, escritas hace casi cien años y obviamente referidas a nuestros tiempos, sino que exhala con inspiración profética y una indudable iluminación de lo alto: “A juzgar por el espíritu de los tiempos y el deambular de las mentes, debemos asumir que el edificio de la Iglesia, que ha estado temblando durante tanto tiempo, se ha sacudido ahora rápida y violentamente. No hay nadie que lo detenga o que pueda oponerse a él. Las medidas de apoyo que se llevan a cabo son tomadas de los elementos de un mundo que es hostil a la Iglesia, y será más probable que se acelere su caída más bien que se prevenga. Que el Señor misericordioso proteja al remanente de sus fieles. Pero el remanente es bastante escaso y se está volviendo cada vez más escaso”.
¡Así que ahora parece que hemos llegado a esa “sacudida rápida y violenta del edificio de la Iglesia”! El enemigo de la humanidad utiliza todos los medios posibles para derribar este edificio, disfrutando en sus esfuerzos del apoyo de abiertos y ocultos renegados de la verdadera fe y de la Iglesia, incluyendo incluso a reinantes jerarcas de algunas iglesias.
Verdaderamente estamos viviendo en tiempos terribles; nunca ha habido semejantes tiempos en la historia del cristianismo, en la historia de la humanidad. ¡Estamos en un tiempo de vacilación casi universal!
Y si deseamos permanecer fieles a la Ortodoxia, esto nos obliga a más.
Debemos, como nos exhorta San Ignacio, mantenernos alejados y salvaguardarnos a nosotros mismos contra la apostasía que se mueve en todo el mundo con pasos de gigante, debemos protegernos a nosotros mismos contra el espíritu corrupto de los tiempos, para escapar a su influencia.
Y para lograr esto debemos, en primer lugar, entender y recordar firmemente que hoy en día no todo lo que lleva este santo y precioso nombre es verdadera Ortodoxia, que hoy en día existe la “falsa ortodoxia”, a la cual debemos temer como a la peste.
Que la verdadera Ortodoxia es la que no acepta o permite para nada (ya sea en la enseñanza o en la práctica de la Iglesia) ningún modernismo contrario a la palabra de Dios y a las reglas de los Concilios Ecuménicos.
La verdadera Ortodoxia, ni aprueba ni fomenta las costumbres contemporáneas, las costumbres y modas del decadente mundo moderno, que yace en la mayor iniquidad desde los tiempos de los apóstoles, un mundo totalmente sin Dios.
La verdadera Ortodoxia piensa solo en complacer a Dios y salvar las almas, y no en el bienestar temporal, los bienes materiales o las adquisiciones.
La verdadera Ortodoxia es espiritual, no terrenal ni unida a este mundo, a las experiencias y a los sentimientos mundanos.
Traducido por P.A.B
Categorías:Arzobispo Averky Tauschev, Ecumenismo, profecías, San Ignacio Briantchaninov
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